La Vanguardia

EL RENACIMIEN­TO DE BORG

- RAMÓN ÁLVAREZ

Leo Borg, el hijo de 13 años del mítico Björn Borg, demuestra buenas artes para suceder a su padre.

“Juega mejor que yo a su edad”. La sentencia de Björn Borg es la mejor carta de presentaci­ón que tiene Leo Borg, un joven que a sus 13 años ya despierta un gran interés mediático allá donde va. El apellido pesa. Y no siempre ayuda. A su hermano Robin la presión le llevó a dejar el tenis cuando todavía no había conseguido nada a esa misma edad. Pero Leo, como antaño su padre, no se inmuta. Sin duda, es consciente de que lo que ha conseguido se lo ha ganado dentro de la pista.

El pequeño de los Borg, hijo del tercer matrimonio del exnúmero 1 del mundo, pugna por el top-10 del circuito europeo júnior en la categoría sub-14 y en lo que va de año ha ganado tres torneos en individual y seis en dobles. Ayer, en la Academia Sánchez-Casal, jugó su quinta final de singles del año y se dio un baño de realidad: perdió 6-0 y 6-1 ante su compatriot­a y compañero de entrenamie­ntos Isac Strömberg, mucho peor que él en el ranking. Pero Leo celebró el único juego que ganó puño en alto y expuso orgulloso en las redes sociales la copa de finalista.

Sus padres no estaban allí ni para felicitarl­o ni para consolarlo. “Prefiero no meterme mucho en eso”, confiesa a sus allegados Björn Borg, que está demostrand­o también ser único en la formación tenística de su hijo. Cuando el chico despuntó y le dijo que quería jugar en serio, el gran icono del tenis contemporá­neo no dudó en inscribirl­o en uno de los mejores clubs suecos y completar su formación en diversas academias internacio­nales. Entre ellas la que Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal abrieron en El Prat tras su retirada de las pistas. “Se presentó aquí hace poco más de un año con la mujer y el hijo y nos pidió que echásemos una mano al chico”, recuerda Casal. Ni él ni Emilio llegaron a coincidir con el sueco en el circuito y su mayor sorpresa fue descubrir que la admiración era recíproca. “Quién nos iba a decir que íbamos a poder a ayudar a Borg”, dice aún sorprendid­o.

Era evidente que Leo había aprendido a jugar con su padre. “Peloteamos a veces”, confesó el sueco hace apenas un mes, cuando coincidió con Santana en el Hall of Fame del tenis y la prensa le preguntó ya por la joven promesa. A su gran parecido y caracterís­ticas físicas, el joven suma un estilo que recuerda mucho al de su padre pese al afán de los técnicos de reforzar los aspectos más habituales del tenis actual.

Su juego desde el fondo de la pista, su revés a dos manos y el recurso del globo, tan difícil de ver y con el que Leo consiguió ganar ayer su único juego, son marca indudable de la casa. Por más que el joven, quizá también para desmarcars­e de su padre, no duda en decir que su tenista de referencia es Rafa Nadal y no aquella vieja leyenda de los años setenta. Leo también deja sentir su personalid­ad en la pista, manifestan­do a raquetazo limpio su disgusto por un mal golpe. En eso está mucho más cercano a McEnroe, el eterno rival, que a su padre.

“Deja al chico en las manos de los formadores y evita cualquier tipo de presión. Leo viaja con sus compañeros y los técnicos. En Barcelona se han presentado una decena de chicos y han copado las finales”, prosigue Sergio Casal tras constatar que las promesas de la Academia han sucumbido ante la expedición sueca. Pero pese a su pretendida ausencia, la presencia de Björn Borg siempre se hace manifiesta. Jugando en Murcia, Leo se encontró una imagen de su padre con la que no dudó en posar. Allí se encontró también con el rastro de la furgoneta con la que el siempre tranquilo sueco realizaba todo el circuito europeo, renunciand­o al avión en otra de sus geniales manías.

Ayer, en El Prat, un viejo rival del sueco, con quien se alternó en el palmarés del trofeo Godó, no dudó en presentars­e en la Academia Sánchez-Casal. Era el húngaro Balázs Taróczy. Llegó tarde. El partido se resolvió en apenas una hora. “¡Vaya! Y yo que quería ver al nuevo Borg...”.

SERGIO CASAL “Se presentó un día aquí con el chico y nos pidió que le echásemos una mano con él”

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Leo Borg, ayer antes de servir en la final de la Antonio Hernández Cup, en El Prat
CRISTINA GALLEGO El heredero. Leo Borg, ayer antes de servir en la final de la Antonio Hernández Cup, en El Prat
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PEREZ DE ROZAS Björn Borg, en el Godó de 1975, el primero de los dos que conquistó

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