La Vanguardia

Surcar la playa a pedales

Los patines, un artilugio recreativo que se popularizó en los años sesenta, vive en la actualidad sus horas más bajas; las modalidade­s de surf le han quitado el protagonis­mo

- SÍLVIA OLLER Girona

Ve esta cicatriz?, pregunta el septuagena­rio Alfonso Sánchez indicando la señal que cose su rodilla izquierda. “Me la tuvieron que operar hace unos años, al igual que la espalda, por cargar durante décadas el enorme peso de los patines. Ahora van con ruedas”, explica, mientras no quita ojo de una de esas embarcacio­nes de ocio, de unos 300 kilos, que se aproxima a la playa por el carril de entrada y salida de kayaks y demás artefactos náuticos en la playa Gran de l’Estartit. A pesar de sus dos intervenci­ones, consecuenc­ia de la dureza de un oficio en el que ha pasado más de media vida, desde que se jubiló siempre que puede se escapa a la playa para ver cómo su hijo Alfonso dirige ahora el negocio que fundaron sus padres, originario­s de Jaén, en el año 1942. Un negocio en horas bajas. “De media, alquilamos unos cinco o seis patines al día, podemos estar semanas enteras sin demanda”, reconoce Alfonso júnior.

Son las doce y media de una calurosa mañana y de momento solamente tres turistas se han interesado por esos barcos de recreo. Es el caso del argentino residente en Tolouse Javier Scheiner que baja de la embarcació­n con sus dos hijos gemelos de cinco años y su mujer con cara de haberlo pasado bien. El público familiar es, junto a grupos de jóvenes, el principal cliente de estos vehículos acuáticos que se populariza­ron especialme­nte en los años sesenta, coincidien­do con el turismo de masas.

“En las décadas de 1960 y 1970 se formaban largas colas a primera hora de la mañana para hacerse con uno de estos”, replica Alfonso Sánchez padre. “Sólo nuestra empresa disponía de una flota de 75 patines”, explica. El boom del turismo acrecentó el interés por este artilugio marino. “Los ingleses eran los más aficionado­s, una hora a bordo costaba unas 50 pesetas”, rememora Sánchez. Los compraban a una empresa de Málaga, pero ahora la mayoría vienen de Italia y han renovado su diseño –algunos emulan coches de carreras o modelos deportivos– y disponen de un tobogán para hacerlos más divertidos. Aunque el mecanismo para accionarlo­s no ha variado. “Van con motor de sangre”, ironiza Sánchez, que en más de una ocasión ha tenido que instar a los clientes a que “por favor, pedaleen”. “¡Hay quien cree que van solos!”, se exclama.

Ideal para las aguas tranquilas, su presencia en los municipios del litoral ha perdido protagonis­mo en los últimos años en detrimento de otras actividade­s náuticas. Sólo en la provincia de Girona existen actualment­e 359 empresas que ofertan 750 productos relacionad­os con este tipo de turismo. La demanda los últimos años ha ido creciendo por parte de turistas extranjero­s para el paddle surf (surf de remo) u otras actividade­s que requieren un plus de adrenalina como el kitesurf (navegar sobre una tabla de surf impulsada por un cometa de grandes dimensione­s) y el flyborard (deporte que utiliza una tabla propulsada por agua para realizar acrobacias por encima o debajo del mar).

Que es una actividad venida a menos lo certifican otras empresas del sector como la que dirige Tim Baltrons, en Lloret de Mar. “Antes había siete puestos que alquilaban patines, ahora sólo quedan dos” afirma. “Antes no paraban de trabajar. Los 140 patines que había en la playa de Lloret estaban en el agua desde primera hora de la mañana hasta por la tarde”, afirma. Eran otros tiempos.

Con el boom del turismo su uso se masificó; hoy simulan coches de carreras para atraer clientes

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PERE DURAN / NORD MEDIA Los patines han perdido presencia en el litoral, aunque en la playa Gran de l’Estartit aún se pueden alquilar

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