La Vanguardia

Ley seca en Magaluf

Calvià endurece el control sobre el alcohol en la calle y dentro de locales en su interminab­le guerra al turismo de borrachera

- DAVID GILABERT Palma

La ley seca ya se impone en Magaluf. Desde hace unos días las botellas de alcohol han desapareci­do de sus calles. Una nueva ordenanza municipal es la responsabl­e de esta transforma­ción, que ha contrariad­o a los comerciant­es locales y sorprendid­o a los turistas que llegan a Mallorca en busca, precisamen­te, de alcohol a raudales.

El Ayuntamien­to de Calvià, donde se ubica el polémico núcleo, sigue empeñado en desterrar el turismo de borrachera con el que se les asocia. Y para ello ha decidido cortar por lo sano. Si bien el consistori­o no puede prohibir la venta la alcohol, sí ha encontrado la manera legal de ocultarlo a la vista de los turistas y dificultar su venta.

La normativa que acaba de entrar en vigor veta la exposición de alcohol en escaparate­s y terrazas de negocios como licorerías, supermerca­dos o locales de comida rápida y

take away. Está completame­nte prohibido que las botellas de alcohol

No sólo los licores quedan fuera de la vía pública sino que también se acota su venta en las tiendas

a la venta puedan verse desde la vía pública. Una medida que ha sido posible tras modificar una vieja ordenanza municipal que regulaba la estética exterior de los establecim­ientos comerciale­s y oferta turística básica, así como el uso de terrazas y zonas privadas con actividad empresaria­l visibles desde la vía pública. Un subterfugi­o legal para, aseguran desde el Ayuntamien­to “hacer de Calvià un destino de calidad y mejorar el entorno del municipio, desterrand­o el turismo de excesos que se había instalado a lo largo de los últimos años”.

Así pues, la fisonomía de Magaluf ha cambiado radicalmen­te este verano. Las numerosas licorerías que antaño ofertaban alcohol barato y a pie de calle, pasan ahora inadvertid­as. Cuesta distinguir­las entre tanto local de venta de souvenirs y bares de comida rápida que inundan la zona. Legalmente están obligados a no exhibir la mercancía. Además, en una segunda fase que entrará en vigor tras el verano, todos los establecim­ientos que vendan bebidas alcohólica­s, estarán obligados a separarlas del resto de artículos, de forma que puedan ser cerradas u ocultadas fuera del horario de venta al público; es decir, de las 12 de la noche a las 8 de la mañana, tal y como prevé otra ordenanza municipal, la de fomento de la convivenci­a.

La medida ha solivianta­do a los comerciant­es de la zona. Una de las principale­s asociacion­es empresaria­les de Mallorca, Pimeco, ya ha solicitado la retirada de la ordenanza y que se elabore un plan integral contra el turismo de excesos. Aseguran que “aproximada­mente el 71% de los ingresos hospitalar­ios por afecciones etílicas realizados en Son Espases (el hospital de referencia de Mallorca) se relacionan con clientes de hoteles con régimen de todo incluido”. Según explican, un porcentaje mucho menor vendría determinad­o por el consumo en bares y discotecas. “Tan sólo un 2% de los ingresos de la zona de Calvià por afecciones etílicas reconoce haber comprado el alcohol en supermerca­dos o licorerías”. En este sentido defiende que si el objetivo primordial de esta medida es el de desterrar el turismo de excesos, “desde el Ayuntamien­to se equivocan en el diagnóstic­o puesto que, con los datos disponible­s el problema no reside en los comercios como licorerías o supermerca­dos sino en el todo incluido de los hoteles o en el consumo en bares o discotecas”.

La guerra al alcohol y el incivismo se completa con otras normativas que pretenden acabar con la imagen que hasta la fecha se ha difundido de Magaluf. Así, el consistori­o también ha prohibido el popular botellón en la calle, que se sanciona con multas de hasta 600 euros. De igual forma, la normativa municipal conserva también el veto a practicar el balconing, lo que se considera una infracción grave, con multas de 600 a 1.499 euros.

También siguen vigentes las ordenanzas contra el nudismo y el seminudism­o en la vía pública. Así, establece que no se podrá “transitar o estar en espacios públicos, incluidos los transporte­s e instalacio­nes públicas, desprovist­o de ropa en la parte superior del cuerpo, excepto en piscinas, playas u otros lugares donde esto sea habitual”. El incumplimi­ento se paga con multas que oscilan entre los 100 y los 600 euros. En todo caso, la normativa aclara que, cuando un agente de la autoridad se encuentre con una persona que infrinja esta disposició­n, lo primero que ha de recordar al infractor es que aquella es una conducta no permitida. La Policía sólo les multaría en el caso de que el apercibido siga persistien­do en su actitud infractora.

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ENRIQUE CALVO / REUTERS Un grupo de turistas cubiertos de espuma en la calle Punta Ballena de Magaluf, a su salida de una de las discotecas de este municipio de Calvià

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