La Vanguardia

Messi regala tiempo a la directiva

- Santiago Segurola

Tenía mala pinta este agosto para el Barça, desbordado por el Real Madrid en los dos partidos de la Supercopa y por el duelo que se apoderó del club, el equipo y los aficionado­s tras el fichaje de Neymar por el Paris Saint-Germain. Tanto como su salida, golpeó la estrategia de abandono. Durante tres semanas, se produjo un goteo de noticias que sólo favorecía los intereses del jugador brasileño. Para el Barça, cada día fue un drama. El efecto fue tan devastador que el equipo se empequeñec­ió a los ojos del mundo. Las derrotas frente al Madrid acentuaron el horror al vacío. De repente, al Barça parecía un cualquiera, y esa es una visión deformada de la realidad.

El Barça no impone, como en los buenos tiempos, pero todavía cuenta con Messi y un notable arsenal de jugadores. Este problema de percepción se agudizó de tal manera que buena parte del destino de la temporada se decidía en las dos últimas semanas de agosto, quizás las más importante­s para la estabilida­d del club y el crédito de sus dirigentes, muy cuestionad­os por el célebre entorno barcelonis­ta. El Barça no se podía permitir dos malos resultados con el Betis y Alavés, no sin consecuenc­ias letales para los actuales gobernante­s.

La directiva necesitaba dos victorias para comprar tiempo y moverse con rapidez en un mercado donde el precio y la calidad cada se correspond­en menos. El fútbol mantiene su escalada inflacioni­sta con la alegría de los despreocup­ados, pero la burbuja empieza a dibujarse en el horizonte. Dembélé, que es un apunte de excelente jugador, costaba a primeros de julio la mitad de los 145 (105+40) millones de euros que ha pagado el Barça en agosto. Es el radical efecto en el mercado de la contrataci­ón de Neymar por 222 millones de euros. El desmadre es de tal calibre que cualquier medianía se siente Dembélé. Si el fútbol lograr aguantar este escenario delirante, nada podrá tumbarlo.

Messi, que ha llegado a una edad donde conviene rodearle con los mejores jugadores posibles, se ha encontrado más desprotegi­do que nunca. El Barça es víctima de su colosal fracaso en el mercado durante los dos últimos años. Los ocho fichajes de las dos últimas temporadas -Arda Turan, Aleix Vidal, Cillesen, Umtiti, Digne, André Gomes, Denis Suárez y Alcácer- han costado 200 millones de euros. Sólo Umtiti es titular indiscutib­le. Tres de los cuatro nuevos –Semedo, Deulofeu y Paulinho– han costado 83 millones, pero nadie les ve como referentes del nuevo Barça y alguno de ellos ofrece dudas sobre su categoría.

Dembélé es la gran apuesta y el gran interrogan­te. O es el jugador que imaginan sus valedores en el club, o el Barça entrará en un impredecib­le proceso de auto combustión. El Barça no puede exprimir más a Messi, Iniesta, Piqué, Busquets y Luis Suárez. Todos, excepto Busquets, han superado la frontera de los 30 años. Están en la edad de verse acompañado­s por jugadores igual de excepciona­les que ellos, no en salir a guerrear por los campos como si fueran los últimos de Esparta.

Mientras tanto, estos espartanos le han dado un respiro al club. El Barça ha ganado los dos partidos de Liga en agosto. Fue sólido contra el Betis y paciente frente al Alavés. No deslumbró en ninguno de los dos casos, pero tampoco fue el equipo desmoraliz­ado que se pronostica­ba en la mayoría de las tribunas, más aún después de la lesión de Luis Suárez, el feroz goleador de un equipo que a veces se deja arrastrar por la melancolía.

Estas dos críticas jornadas dejan una evidencia: Messi es el mayor regalo que ha recibido el Barça en su historia. En medio del clima de desasosieg­o y miedo que se había generado alrededor del equipo, Messi ha gestionado las dos victorias con gesto impasible y una superiorid­ad abrumadora en el campo. De paso, ha regalado al club el tiempo que los directivos solicitaba­n. Messi ha hecho el trabajo. Ahora les toca a los dirigentes. No lo tienen fácil.

El Barça no impone como antes pero aún cuenta con el argentino y un notable arsenal de jugadores

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DAVID AGUILAR / EFE El jugador, exprimido, necesita estar rodeado de los mejores
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