Una playa metropolitana
El turismo es el auténtico motor económico de Castelldefels, pero todo empezó en los años veinte
Nos basamos en un turismo de calidad pero no en la exclusividad, aquí cabe todo el mundo”, afirma el presidente del Gremio de Hostelería de Castelldefels, Manuel Ángel Ortiz. “El turismo es nuestro motor económico, lo es todo para nosotros, no tenemos otro modelo de ciudad”, añade. Una descripción de Castelldefels tan válida para la actualidad como históricamente.
Siempre vinculado a su playa, los antecedentes turísticos de esta población del Baix Llobregat de 64.892 habitantes se remontan a los años veinte o incluso antes. “En aquella época la playa se llenaba los domingos, los sábados no, porque no era festivo”, relata el miembro del Grup de Recerques Històriques de Castelldefels (Grehic), Alfonso López. Según él, antes ya se acercaba gente a esta playa pero es a partir de aquella época que se encuentran “numerosas referencias en revistas y periódicos”. “El turismo no surgió de forma repentina, fue creciendo poco a poco”, asegura.
Las infraestructuras demuestran la importancia histórica del turismo en esta ciudad. No es baladí que por aquel entonces la población ya tuviera, como ahora, dos estaciones de tren: una para acceder a la ciudad y un segundo apeadero para ir a la playa. No era el único medio de transporte. “Se ingenió un pequeño vapor para transportar a la gente de Barcelona que quería venir ”, explica López. “La autovía de Castelldefels se construyó en los años cincuenta, pero 20 años antes ya se reclamaba desde Barcelona”, añade para describir el interés. La playa ya estaba preparada con merenderos, bares y diferentes servicios. Culturalmente, las fotos históricas demuestran que la gente vestía bañadores “bastantes modernos” para la época e incluso había grupos “nudistas y naturistas”, poco frecuentes entonces.
De la misma manera que el transporte, el urbanismo también prueba el impacto histórico del turismo. La ciudad no superaba los 300 habitantes en la primera década del S.XX y 20 años después superaba el millar. “La planificación urbanística se diseña en los años veinte pensando en la playa y en las urbanizaciones de montaña”, agrega Alfonso López. Nacía la idea de la actual ciudad. Creció de forma paulatina y en 1957 había más de 40 urbanizaciones en construcción. Muchos tenían en Castelldefels su centro de referencia para veranear. Emergieron las segundas residencias, buena parte de las cuales se convirtieron en vivienda habitual años después. “Mientras el Baix Llobregat era industrial, Castelldefels ya era turística”, recuerda Manuel Ángel Ortiz, que trabaja en el sector desde los 12 años. Precisamente, se convirtió en uno de los puntos de referencia para toda la inmigración española que llenó en aquella época el área metropolitana de Barcelona.
“Es la gente humilde de Barcelona la que comenzó a llenar los más de cinco kilómetros de playa, no eran pijos”, resume López sobre el perfil de visitantes que comenzó a llegar a la ciudad. “A veces también venía gente de postín, pero no era habitual”, reconoce. Ahora Castelldefels y su playa gozan de un cierto caché respecto a las poblaciones de su entorno. A los lugareños se han unido los turistas internacionales. “Tenemos turismo familiar, de parejas, deportivo, de negocios...”, asegura Ortiz. “Nuestro objetivo tiene un solo rumbo: seguir mejorando, ser más profesionales”, se propone el presidente del Gremio de Hostelería de Castelldefels. Chiringuitos de todo tipo y restaurantes con buena gastronomía forman parte de su atractivo. “Ofertamos 5.000 camas y nuestro techo está en 10.000”, considera Ortiz.