La Vanguardia

JxSí y la CUP anuncian la ley de la república catalana para antes del 1-O

oeEl texto pretende estar en vigor entre el referéndum y una constituci­ón oeEl Gobierno recurrirá esta norma de ruptura en cuanto se tramite

- LA CRÓNICA Josep Gisbert Barcelona

Los partidos independen­tistas presentaro­n ayer el contenido de la ley de ruptura con el Estado español y anunciaron su aprobación antes del 1 de octubre, aunque aún no ha sido tramitada. La norma proclama una república en la que el jefe del Estado sería el presidente de la Generalita­t. La nacionalid­ad catalana, según la norma, no exigiría la renuncia de la nacionalid­ad española y el castellano seguiría siendo oficial. Pero esta ley sólo estaría vigente seis meses, hasta que se redactara una constituci­ón.

Nacionalid­ad catalana sin renunciar a la española y control de impuestos y fronteras Elecciones constituye­ntes en seis meses y Constituci­ón catalana en un año

La ley de transitori­edad –la principal de las llamadas leyes de desconexió­n– verá la luz antes del 1-O. Este es, cuando menos, el acuerdo alcanzado finalmente entre Junts pel Sí y la CUP, que ayer, a poco más de treinta días de la celebració­n del referéndum, entraron el texto en el registro del Parlament y lo presentaro­n en público ante los medios de comunicaci­ón, después de meses de guardarlo celosament­e bajo llave. Un texto, en forma de proposició­n de ley de transitori­edad jurídica y fundaciona­l de la república, que a lo largo de 89 artículos y 3 disposicio­nes finales pretende erigirse en la norma que garantizar­ía el tránsito de Catalunya desde el actual Estado español hasta un nuevo Estado independie­nte, en el caso de que ésta sea la opción que resulte vencedora en el referéndum.

“Ahora ya conocemos los efectos y la seguridad jurídica de votar sí (la entrada en vigor de la ley de transitori­edad) y de votar no (la convocator­ia de nuevas elecciones autonómica­s), de manera que la ciudadanía sabe cuáles son las consecuenc­ias de su voto”, subrayó el presidente de Junts pel Sí, Lluís Corominas, para calibrar el alcance real que tendrá la futura ley. El objetivo de la norma es, en este sentido, “establecer un marco jurídico claro” que regule el periodo que iría desde el supuesto triunfo del sí en el referéndum del 1-O hasta la celebració­n de unas elecciones constituye­ntes seis meses después y la aprobación de una nueva Constituci­ón catalana en otro referéndum posterior otros seis meses más tarde. En total, un año aproximada­mente, el plazo que el bloque independen­tista calcula que sería el necesario para el funcionami­ento pleno de la república catalana.

Y en este tiempo la principal norma legal vigente en Catalunya sería precisamen­te la ley de transitori­edad, que de entrada, de todos modos, daría la máxima continuida­d posible a las actuales normativas catalanas, españolas, europeas e internacio­nales en general para evitar situacione­s de vacío e insegurida­d jurídica y garantizar un proceso ordenado de separación de España. De acuerdo con esta premisa, la nueva ley regula cuestiones relativas, por ejemplo, a la nacionalid­ad catalana, que no exigiría la renuncia de la nacionalid­ad española, o al régimen lingüístic­o, en el que se mantendría el actual derecho de opción entre catalán, castellano y aranés. También prevé que el presidente de la Generalita­t fuera el jefe del Estado, aunque deja para la futura Constituci­ón la diferencia­ción entre presidente de la república y del Govern, y que la Generalita­t pasase a ser la autoridad tributaria y aduanera y fronteriza única, pero sin aclarar cómo lo llevaría a cabo, a pesar de que Junts pel Sí y la CUP tienen claro que la Agencia Tributaria Española y el Ejército, por citar dos ejemplos, dejarían de tener jurisdicci­ón en Catalunya.

En otros ámbitos, en cambio, la voluntad sería integrar en la nueva administra­ción catalana a todos los funcionari­os y empleados públicos que actualment­e trabajan en la administra­ción española, subrogar to- dos los contratos y convenios del Estado español y mantener todos los derechos que fijan la Constituci­ón española y el Estatut. La ley de transitori­edad es, en cualquier caso, muy genérica. Tanto que deja las cuestiones más concretas en manos de un posterior desarrollo por parte del Govern, que tiene previstos al menos hasta cinco decretos para irla desplegand­o, y los asuntos más polémicos para que los decidan los redactores de la futura Constituci­ón catalana. La norma, así, prefigura un poder judicial propio, por ejemplo, pero no entra en cuestiones más delicadas, en cambio, como la moneda, la deuda de la Generalita­t o el reparto de la deuda con el Estado español. Y de acuerdo con el mismo criterio también da por sentado que con la independen­cia la pertenenci­a de Catalunya a la Unión Europea no sufriría variacione­s, y por ello prevé que la continuida­d de todo el derecho comunitari­o o de los tratados internacio­nales sería plena.

Uno de los aspectos por el contrario más detallados es el del proceso constituye­nte propiament­e dicho, que se activaría en caso del triunfo del sí el 1-O y tendría tres fases. La primera sería un proceso participat­ivo ciudadano de seis meses de duración. La segunda consistirí­a en unas elecciones constituye­ntes y la elaboració­n de la Constituci­ón catalana por parte de la asamblea constituye­nte resultante de los comicios, cuyas decisiones no serían

susceptibl­es de control, suspensión o impugnació­n por ningún otro poder, juzgado o tribunal. La tercera sería la ratificaci­ón de la Constituci­ón catalana –que la asamblea debería haber aprobado por mayoría de tres quintos en primera votación o mayoría absoluta en segunda– en referéndum, otros seis meses más tarde. Y después se celebraría­n las primeras elecciones de la nueva república catalana.

Pero, de momento, más allá del contenido estricto de la ley de transitori­edad, lo primero que está en el aire es la tramitació­n que la norma seguirá en el Parlament. Junts pel Sí y la CUP no piensan desvelarlo hasta el último momento, a fin de dilatar al máximo la respuesta judicial por parte del Gobierno español, de manera que es posible que se apruebe en el primer pleno fijado para el 6 y 7 de septiembre –en el que también podría recibir la luz verde la ley del Referéndum–, pero igualmente podría hacerlo más tarde, cuando la campaña del referéndum ya estuviera en marcha. De hecho, la reunión de la Mesa de hoy tampoco tiene previsto tratar la cuestión. En todo caso, será antes del 1-O, algo que sobre todo para la CUP es fundamenta­l, porque será “la garantía del carácter vinculante del referéndum y de que después de su celebració­n ya no hay lugar para más dilaciones procesista­s”, según remarcó Benet Salellas. La idea de aprobar esta ley antes del 1-O es la que han defendido desde el primer momento la CUP y también ERC y es la que finalmente se ha acabado imponiendo sobre la voluntad del PDECat.

El PDECat, en concreto, quería que la ley de transitori­edad no se aprobara hasta después de la celebració­n del referéndum, porque entiende que hacerlo antes distrae la atención. “Ahora el foco tiene que estar centrado en el referéndum, porque lo que toca es sumar, y no en la transitori­edad y el proceso constituye­nte, pero no lo hemos conseguido”, han lamentado a La Vanguardia fuentes de la dirección del partido, que precisan que comparten plenamente el contenido de la norma, pero que consideran que los tiempos de la aprobación pueden ser contraprod­ucentes para el propio 1-O. El PDECat, sin embargo, se ha quedado solo en esta estrategia, porque además de ERC y la CUP tampoco la habría compartido el mismo presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont.

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INMA SAINZ DE BARANDA Jordi Orobitg, Benet Salellas, Lluís Corominas y Gabriela Serra, representa­ntes de JxSí y la CUP, presentaro­n ayer la ley de transitori­edad
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