La Vanguardia

La Rambla se conjura para cerrar la herida y recuperar la normalidad

- TONI MUÑOZ Barcelona

La Rambla quiere dejar de ser el paseo del recuerdo para volver a ser lo que era. La marca de lo sucedido permanecer­á para siempre pero el paseo debe recuperar su espíritu. Ese es el sentir de la mayoría de colectivos de la Rambla. Quieren volver a recuperar su día a día. Despojarse de la perenne agonía que azota el paseo con el imborrable recuerdo de los atentados. “Debemos cerrar la herida. La cicatriz siempre permanecer­á pero la herida tiene que empezar a cerrarse”, asegura Fermín Villar, el presidente de la Asociación Amics de la Rambla.

En ese camino de deshacerse de la continua presencia de la barbarie, aplauden la retirada por parte del Ayuntamien­to de los memoriales improvisad­os que se apostan a lo largo de toda la avenida. Es un zigzag constante, que obliga a contener la respiració­n a cada paso. Los comerciant­es, quiosquero­s y floristas son consciente­s de ello. “Queremos recuperar la normalidad cuanto antes”, relataba ayer uno de los trabajador­es del quiosco del principio de la Rambla que queda justo delante del primer memorial improvisad­o plagado de rosas, flores y mensajes de conduelo. El recuerdo de lo sucedido le martillea continuame­nte, la memoria ante la incesante llegada de turistas y vecinos que se agolpan alrededor de las ofrendas. El presidente de Amics de la Rambla define el sentir de los comerciant­es así: “En vez de cerrar la herida con mercromina le estamos poniendo vinagre”.

Los visitantes no le han cogido

miedo a la Rambla pero muchos de ellos se acercan con el único objetivo de visitar los enclaves del recuerdo. “La gente sigue viniendo pero no se paran tanto a comprar”, asegura el quiosquero. Lo mismo le sucede a Joan, cuyo quiosco se encuentra al lado del mosaico de Joan Miró, la zona cero de la memoria. Las rosas, las flores blancas y mensajes inundan el espacio. La ruidosa Rambla queda tomada por un silencio respetuoso y solemne. Al quiosquero Joan se le encoge el corazón y compungido trata de aguantar toda su jornada laboral. Por eso aplaude que retiren las flores. “Estamos alargando la agonía”, se lamenta.

La compra de flores que se hacía antes del atentado constituía un ejercicio de alegría y de felicidad que ahora se ha convertido en un gesto de respeto hacia las víctimas. Los floristas han vendido mucho estos días y quieren seguir haciéndolo, pero para reivindica­r las flores como símbolo de felicidad y alegría para sobreponer­se a la barbarie. Y así empezar a pasar página. “El ánimo de la Rambla se ha resentido, pero hay que seguir adelante”, conviene el florista Josep Moya.

Tras la retirada de las ofrendas espontánea­s, la Rambla espera engalanars­e para celebrar les Festes del Roser del mes de octubre en las que los comerciant­es y vecinos tendrán un recuerdo para las víctimas del atentado y procurarán que el paseo deje atrás la tristeza a través de las flores con el fin de recuperar el espíritu de lo que siempre fue, un símbolo de vida.

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grande. El Ayuntamien­to tuvo que instalar vallas junto al paseo para garantizar la seguridad de los peatones que se habían quedado sin espacio para pasear por la Rambla
DAVID AIROB Cada vez más grande. El Ayuntamien­to tuvo que instalar vallas junto al paseo para garantizar la seguridad de los peatones que se habían quedado sin espacio para pasear por la Rambla

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