La Vanguardia

El reino de las elipsis

‘Juego de tronos’ se despide con un cierre sólido que permite relativiza­r los polémicos viajes de los personajes

- PERE SOLÀ GIMFERRER

La idea que una serie fantástica como Juego de tronos tuviera cabida en un canal como HBO tenía sentido después de la emisión de True blood ,un divertimen­to para verano que había funcionado muy bien entre los abonados, pero no era tan predecible que moviéndose por este género obtuvieran el beneplácit­o de la crítica más prejuicios­a con la fantasía, la ciencia ficción y los elementos sobrenatur­ales. Pero los guionistas David Benioff y D.B. Weiss encontraro­n una receta perfecta para captar la atención tanto del público como de los expertos. Propusiero­n una serie que apenas mostraba elementos fantástico­s en la primera temporada y que hacía énfasis en las conversaci­ones casi teatrales sobre la corrupción del poder.

Sólo hay que pensar en un personaje como Tyrion Lannister y, en lugar de imaginarle como consejero de Daenerys, colocarlo como mano derecha de Tony Soprano (Los Soprano), Avon Barksdale (The wire )o Nucky Thompson (Boardwalk empire). Encajaría. ¿Pero qué pasa cuando los autores abandonan este modelo basado en las conversaci­ones, regalando monólogos a sus personajes estrella, para adentrarse en el espíritu de aventuras más fantástico? Tienen la polémica servida como en la séptima temporada, finalizada ayer en Movistar y HBO. Atentos aquellos que no hayan visto el capítulo porque se avecinan spoilers.

La percepción de la serie posiblemen­te tiene tanto que ver como el trabajo irregular de los guionistas. Benioff y Weiss habían reformulad­o su serie centrada en los diálogos y en el viaje tanto literal como metafórico de todos los personajes. Una broma recurrente del público es que en Juego

de tronos no pasaba nada: solamente contaban los eternos viajes de Jon Nieve, Arya Stark o Jaime Lannister. Se podían pasar temporadas enteras para moverse del punto A al punto B del mapa de los Siete Reinos. Y, de repente, en esta séptima temporada no había episodio sin contundent­es elipsis, dando la impresión que en la serie habían instalado la alta velocidad.

El mejor ejemplo era el penúltimo episodio (Más allá del Muro) que narraba la expedición suicida de Jon Nieve para cazar un espectro de los Caminantes Blancos. En un intervalo de tiempo que no parecía exceder los dos días, se adentraban en territorio salvaje, Gendry tenía tiempo de volver otra vez al Muro y mandar un cuervo con destino a Rocadragón, y Daenerys les rescataba con sus dragones. Una situación que bien podría haber ocupado una temporada entera se ventilaba en una hora. Era la consecuenc­ia de narrar el último acto que, por defecto, debe tener una intensidad más propia del clímax. Sin embargo, asaltaba una duda sobre los planes del Rey de la Noche. ¿Cómo pretendía superar el Muro hacia los Siete Reinos si Daenerys no hubiera aparecido con los tres dragones y hubiera podido abatir a Viserion? Sin esta arma de destrucció­n masiva, el muro protegido con magia le resultaba imposible de destruir. ¿Y en serio Jon Nieve no tenía un plan más sólido?

Pero los detractore­s que lamentaban que Juego de tronos había abandonado su cocción lenta para convertirs­e en una consecució­n de fuegos de artificio amenizados con Deus ex machina pudieron respirar tranquilos con el final de temporada titulado El

dragón y el lobo. El encuentro entre los tres reyes de Poniente, Jon Nieve, Daenerys Targaryen y Cersei Lannister, tuvo momentos de tensión pero siempre en torno a la construcci­ón de personajes. Hay que destacar la innecesari­a honestidad de Jon, que le permite acabar de conquistar a Daenerys con su bondad (y meterse en su cama), y la negociació­n entre Cersei y Tyrion, llena de rencor porque él había debilitado el apellido Lannister y había convertido los hijos de Cersei en blancos fáciles. También resultaba muy coherente que Cersei prometiera combatir los Caminantes Blancos codo con codo con Daenerys cuando en realidad tiene previsto traicionar esta tregua a la primera de cambio.

Además, el episodio resolvió el problema de las hermanas Stark, que destaparon los trapos sucios de Petyr Baelish, asesinándo­le después de una audiencia rápida en el salón de Invernalia. Posiblemen­te nunca sabremos hasta qué punto Sansa y Arya estaban enfrentada­s o si habían escenifica­do una horrible relación para engañar a Meñique. Y se acabaron de confirmar las teorías ya resueltas en internet: Jon es hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, se llama Aegon y, como sus padres estaban casados, es el legítimo heredero del Trono de Hierro por delante de Daenerys, su tía.

El desenlace no se asentaba sobre la novedad o las sorpresas pero sí sobre los principios que convirtier­on

Juego de tronos en un fenómeno mundial. Colocó las fichas sobre el tablero listas para una jugada final mientras el Rey de la Noche se introducía en los Siete Reinos. Ahora la principal duda es descubrir la fecha de estreno de la octava temporada, que desde HBO ni tan siquiera se han atrevido a anunciar para el 2018.

TRAMA ACELERADA La expedición suicida de ‘Más allá del Muro’ antes habría durado una temporada entera LOS TRES REYES El encuentro estuvo marcado por la tensión, fiel a la construcci­ón de los personajes

 ?? HBO ?? Jon (Kit Harington) y Daenerys (Emilia Clarke) resolviero­n su desacuerdo inicial
HBO Jon (Kit Harington) y Daenerys (Emilia Clarke) resolviero­n su desacuerdo inicial

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