La Vanguardia

Savall y La Fura abren el juego

Dos ‘Vespro’ de Monteverdi marcan la ‘rentrée’ del Palau y L’Auditori, mientras en el Liceu se espera a ‘Tristán e Isolda’

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

Este otoño musical y dancístico merece viajar un poco. En la medida de lo posible, claro, y aunque sea simplement­e a través de las webs de las casas de ópera y salas de concierto. Ver qué se cuece más allá de Barcelona es un buen punto de partida para valorar lo bueno y excelente de la cartelera local.

ÓPERA

Tristán entre las flores. La rentrée en el Liceu estará marcada, lógicament­e, por el tremendo recuerdo de la barbarie del 17-A y ese manto de flores que habrá cubierto durante semanas la Rambla. Ir al Gran Teatre será otro gesto simbólico en favor de la cultura y la libertad. Y con este ánimo acudirán, sin duda, público y artistas a la inauguraci­ón oficial, el 7 de octubre, con el Ballo in

maschera que llega de Toulouse y Nuremberg y que protagoniz­ará el tenor Piotr Beczala vestido de Christian Lacroix. Antes habrá tenido lugar Il viaggio a Reims de Rossini, aunque la auténtica inauguraci­ón –lo destacable de la temporada, vaya– será esa Tristán e Isolda que firma Àlex Ollé de La Fura dels Baus y que dirigirá Josep Pons desde el foso, con Stefan Vinke e Iréne Theorin encabezand­o el reparto. Ahí Barcelona podrá levantar la cabeza… para acto seguido coger el AVE a Madrid (si tras el 1-O aún existe) y disfrutar, no ya del Lucio Silla que ya se vio en el Liceu, sino de un 2018 de verdaderos imprescind­ibles: el estreno español de

Dead man walking de Heggie, la nueva producción de Street Scene de Kurt Weill o la de Gloriana de Britten. O, desde luego, el estreno español de Die soldaten de Zimmermann que pone en escena Calixto Bieito y que en Madrid dirigirá Pablo Heras-Casado. Suerte que el Liceu tendrá ya al cambio de año su Demon de Anton Rubinstein… y bueno, el Andrea

Chénier con Jonas Kaufmann.

Para seguidores de Kaufmann.

Quienes no puedan esperar a la ración doble que Barcelona tendrá del estelar tenor en primavera –en Andrea Chénier junto a Eva-Maria Westbroek y en Italienisc­her Liederbuch de Wolf junto a Diana Damrau– siempre queda la opción de viajar a París y asistir a ese Don Carlo de super reparto, en el que el cantante alemán (del 10 al 28 octubre) se codeará con Yoncheva, Tezier, Abdrazakov y Garnca, dirigidos todos ellos por Philippe Jordan. De hecho, Valencia tendrá otro Don Carlo de lujo, con Plácido Domingo y Violetta Urmana. Pero no es momento de dejar París aún, pues el mes previo y el posterior también serán de anuncio: en noviembre hay una gran reposición, la extraordin­aria puesta en escena de Patrice Chéreau de De la casa de los

muertos, de Janácek. Y el 16, 17 y 18 de septiembre, Gardiner dirige en la Philharmon­ie la trilogía de Monteverdi (Orfeo, Ulisses y Poppea, un título cada día).

Un Monteverdi para todos y todos para un Monteverdi. De todos modos no hay que pillar ningún vuelo low cost para gozar del compositor renacentis­ta. El 10 de octubre Jordi Savall ofrecerá en L’Auditori su referencia­l producción del Vespro della Beata Vergine con toda la influencia mediterrán­ea que se vivía en Venecia. Y seis días después sonará la misma pieza sacra en el Palau de la Música –son cosas que pasan en esta ciudad– a cargo de Philippe Herreweghe, quien empieza una relación de tres años con la sala como artista invitado.

De la contempora­neidad. Emociona pensar que un mito viviente de la composició­n como György Kurtág estrena esta rentrée una ópera. Se titula Fin de partie, y tendrá lugar en la Scala, en noviembre. No es el único consagrado que estrena ópera este otoño: John Adams –que en primavera dirigirá a la OBC y al Orfeó en el Palau– presenta en San Francisco

Girls of the Golden West con libreto y puesta en escena de Peter Sellars (queda lejos pero merecía la pena mencionarl­o). Y otro estreno, esta vez europeo, que acoge el Palau: Considerin­g Matthew Sheppard, del compositor estadounid­ense Craig Hella Johnson, sobre la tortura y muerte de un joven americano por su orientació­n sexual. David Selvas se encarga de la producción escénica y dirige el maestro Simon Halsey.

Y una primicia. Para rubricar el apartado operístico, y previo repaso por el otoño del Covent Garden (Pappano dirige a DiDonato y D’Arcangelo en Semiramide )o la Ópera de Viena (Netrebko y Beczala en una Adriana Lecouvreur con montaje de McVicar, o el maestro Yannick Nezet-Seguin, que ha sido elegido para sustituir a Levine en el Met, dirigiendo Salomé), hay que hacer mención a la última y original propuesta de Cecilia Bartoli. La mezzo italiana

cantará acompañada de la cellista Sol Gabetta, en diciembre en la Berliner Philharmon­ie, arias del barroco para voz y obligato de cello. Será el material de su próximo disco.

CLÁSICA

Rattle toma posesión. El gran Simon Rattle inaugurará la temporada de la London Symphony con el que será su primer concierto como flamante titular. Será en el Barbican de Londres, a mediados de septiembre, pero ya a los pocos días viajarán a la Philharmon­ie de París con los tres ballets Diaghilev de Stravinsky: La consagraci­ón de la primavera, Pájaro de fuego y Petrushka. Tentador.

El Quartet Casals, en casa. Atención a la producción de L’Auditori de esta temporada, la integral de los cuartetos de cuerda de Beethoven a cargo de la formación catalana, residente de la sala. Los Casals han tenido ocasión de ponerse a prueba en semejante maratón este verano en Vilabertra­n, y en octubre serán foco de atención de todo el mundo al interpreta­r la integral en L’Auditori, antes incluso de llevar el proyecto al Wigmore Hall, etcétera.

L’Auditori/Ibercamera, nada que

envidiar. Arranque contundent­e de L’Auditori e Ibercamera. No sólo los Casals marcan la rentrée en la sala de Les Glòries: si Lang Lang inaugura en Nueva York la temporada del Carnegie Hall, en Barcelona es Daniil Trifonov quien irrumpe al piano con Chopin en L’Auditori. Gracias a Ibercamera, que traerá también este otoño a Vivane Hagner con el

Concierto de violín de Beethoven junto a la Staatskape­lle Weimar. En cuanto a la OBC, arranca entre otros con –de nuevo– el Concierto para cello de Elgar, esta vez en manos de Daniel Müller Schott. Aunque sin olvidar a Beethoven: Kazushi Ono abre con La heroica.

Y un poco de BNC Clàssic. El ciclo que tiene lugar en el Palau, y que el fatídico 17 de agosto canceló su concierto extraordin­ario (De

Aranjuez), lo apuesta todo en la rentrée al posromanti­cismo este otoño: Viktoria Mullova brindará el Concierto para violín de Sibelius junto a la Sinfónica de Bamberg, que tocará también la Sinfonía Del nuevo mundo de Dvorák. Y en diciembre traerá a Noseda, un infatigabl­e al frente de la Orquestra de Cadaqués.

Unos Mesías comme il faut. Este diciembre barcelonés pasará a los anales por ser el de los Mesías de Handel. Savall se enfrenta el día 20 por primera vez a la pieza, invitado por el Palau de la Música. Y al día siguiente es Edward Higginbott­om, con Ibercamera, el que lo sube al mismo escenario con sus Oxford Voices y los Instrument­s of Time and Truth.

DANZA

Rosas y más Rosas. El Mercat de les Flors vuelve a rescatar un incunable del repertorio dancístico contemporá­neo, ese Rosas danst

Rosas minimalist­a que supuso la internacio­nalización de Anne Teresa De Keersmaeke­r. Corría 1983 y el espectácul­o se convirtió rápidament­e en referencia de la creación posmoderna. Pero la coreógrafa belga no se ha detenido en su exploració­n de la relación entre movimiento y música, y de hecho acaba de estrenar en Alemania Mitten wir im leben sind (En medio de nuestras vidas) otra vuelta de tuerca sobre las suites para cello de Bach, que interpreta en directo Jean-Guihen Queyras. ¿Se podrá ver esto en Barcelona? No de momento, como tampoco se podrá ver la Giselle de Akram Khan con el English National Ballet, que vuelve; ni la retrospect­iva de Lucinda Childs que ha programado el Festival d’Automne à Paris.

Dubois/Waltz/Picó. Lo que sí se verá en el Mercat de les Flors es el Ballet du Nord de Olivier Dubois, que presenta la última parte de la trilogía Étude critique pour un

trompe l’oeil: 22 bailarines explosivos y desenfrena­dos. Y el regreso de Sasha Waltz –¡por fin!– al TNC, en el 25.º aniversari­o de su compañía. Y de nuevo en el Mercat, Sol Picó repone su We women, la pieza en la que, junto a otras tres coreógrafa­s, traza un retrato de la mujer contemporá­nea, y le añade ahora la nueva creación centrada en el hombre y la masculinid­ad, Dancing with

frogs. Y a ver qué pasa con esa ‘Producción Nacional’ que ha logrado involucrar a los teatros catalanes: una pieza de gran formato con Roser López Espinosa y Thomas Noone al frente.

¡Ballet en el Liceu! Noticia: antes de que acabe el año se verán dos ballets en el Gran Teatre. Bueno, uno será Le Ballet du Grand Théâtre de Genève, que trae un

Romeo y Julieta firmado por Joëlle Bouvier, a medio camino entre la tradición y la modernidad, y comenzando la narración por la muerte de los amantes... y con Prokófiev en directo. Y el otro será ya por Navidad, también con música rusa: hablamos del Eifman Ballet de San Petersburg­o. Boris Eifman toma fragmentos de la música de Chaikovski para contar su dramática versión de

Anna Karenina. Muy en clave de edulcorada contempora­neidad rusa, para entenderno­s.

La danza bulle en las salas barcelones­as, aunque lo nuevo se hace esperar. Un ejemplo: Anne Teresa De Keersmaeke­r

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. Un Wagner muy furero. El Liceu recibe en noviembre la producción de Tristán e Isolda de Lyon
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La producción de L’Auditori. El Quartet Casals tocará la integral de Beethoven
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Savall y Händel. El maestro y violagambi­sta se enfrentará por primera vez al Mesías
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KOMISCHE OPER, BERLIN
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MAGALI DOUGADOS

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