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Ventura Pons está resucitando el espíritu del viejo cine de barrio en Barcelona y Valencia con sus salas Texas, en las que ha presentado su último filme, Sabates grosses, según Amparo Moreno, una especie de 13 rue del Percebe que ha saltado del cómic a las pantallas.
Ventura Pons está resucitando el espíritu del viejo cine de barrio en Barcelona y Valencia con sus salas Texas. Su último filme,
Sabates grosses, presentado ayer, es literalmente eso, una película de barrio. Como dijo Amparo Moreno, una especie de 13 rue del Percebe, aquel edificio de viñetas en el que Ibáñez retrató la España miserable de los sesenta. “El piso es el de la casa de las Columnes de Casp, 59, con Bailèn, en el que viví 21 años, y todos los personajes tienen nombre y apellidos, aunque en la película se los he cambiado”, dijo el cineasta. Su intención era hacer una comedia sobre la nueva Barcelona, “ahora multicultural y turística”, en la que Pons acumula viñetas y gags protagonizados por un batiburrillo de personajes: un aristócrata del Opus arruinado que estuvo en la cárcel (Joan Pera) y su hija de izquierda independentista (Roser Vilajosana), un cura lúbrico con “defunción eréctil” (Pedro Ruiz), dos porteras reporteras de chismes pre-Twitter (Amparo Moreno y Pilar Martínez), una histriónica burguesa de Olot de pasado dudoso (Vicky Peña), un joven dominicano que quiere ser el Obama catalán, dos gays extranjeros... Mezclado todo ello con flashes de la estafa de las preferentes, un agente del Cesid camuflado entre los Mossos d’Esquadra y una extraña escocesa que saluda cada día a la estatua de Rafael de Casanova y lee en voz alta una interminable perorata de Nicola Sturgeon llamando al pueblo catalán a que no desista de su voluntad de independizarse de España.
“He pensado en la famosa frase de Billy Wilder: ‘Si quieres decirle a la gente la verdad, sé divertido o te matarán”, dijo Ventura Pons, pero ayer en la presentación de Sabates grosses a la prensa, no se oyó ninguna risa y ,cuando se encendieron las luces, los periodistas se cruzaban miradas de pasmo ante lo que acababan de presenciar. “Es muy difícil hacer reír ”, reconocía Ventura Pons. Y también: “Me gusta más reír que llorar”. Allí en la sala Texas estaban los grandes actores cómicos para intentar sacar una sonrisa a su amigo director.