La Vanguardia

“No sabía adónde ir”

La confusión se apoderó de muchos japoneses al recibir la alerta sobre el misil norcoreano

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

Una profesora de primaria optó por cerrar las cortinas de su casa y esperar a que pasara el peligro

La confusión se apoderó ayer de numerosos japoneses cuando escucharon la alerta de que se acercaba un misil lanzado por Corea del Norte. Muchos se quedaron atenazados por la incertidum­bre, ya sea por lo temprano de la hora (las 6 de la mañana) o por la falta de directrice­s claras sobre lo que había que hacer en un caso como este. Por suerte, el proyectil pasó de largo.

Ichiro Kondo, un pescador de 38 años de la localidad de Erimo, en la isla de Hokkaido, cuyos cielos atravesó el cohete norcoreano, fue de los residentes que optaron por asumir el riesgo, al verse incapaz de buscar abrigo. “La alerta me dijo que evacuara, pero era incapaz de pensar en algún edificio de la ciudad que pudiera soportar el impacto de un misil. No sabía adónde ir”, dijo a la agencia Kyodo.

No fue el único. A una profesora de primaria de 59 años de la prefectura de Aomori, en el extremo norte de la isla de Tohoku, le ocurrió algo parecido. Tras oír la señal de alerta en la radio y ver en la televisión el aviso de peligro emitido por el Gobierno no supo que hacer, ni hacia dónde ir. Ante tal incertidum­bre optó por cerrar las cortinas de su casa y alejarse de las ventanas, hasta que el peligro hubiera pasado.

Esta profesora, al igual que Kondo, y segurament­e, muchos otros habitantes de la norteña isla de Hokkaido, decidieron aceptar su suerte, incapaces de reaccionar como lo habían hecho en simulacros anteriores.

Otros habitantes, en cambio, recurriero­n a las autoridade­s en busca de ayuda. La policía dijo haber recibido un centenar de llamadas de emergencia, preguntand­o por la dirección de centros de evacuación tras haber emitido el aviso de alerta.

Y es que el lanzamient­o por parte de Corea del Norte de un misil balístico, que recorrió 2.700 kilómetros y cayó en aguas del Pacífico, tras atravesar todo el territorio de la isla de Hokkaido, provocó el desconcier­to entre buena parte de sus 5,5 millones de habitantes. “Es una manera espantosa de despertar”, dijo una internauta en su cuenta de Twitter.

El sistema de alerta J-Alert, creado en el 2007 para avisar a la población, no fue todo lo eficaz que debía ser. Unos cuatro minutos después de que Pyongyang hubiera disparado el proyectil, la alarma despertó a millones de residentes de doce prefectura­s de Hokkaido y Tohoku recomendán­doles que adoptaran precaucion­es. Esto desconcert­ó a mucha gente, que no supo discernir si era otro ensayo o se trataba de una alarma verdadera.

Las reacciones fueron dispares. Los servicios de tren suspendier­on su servicios. Las escuelas, en cambio, actuaron de forma desigual. Unas cerraron por seguridad y otras optaron por retrasar el inicio de las clases, según el Ministerio de Educación.

Los pesqueros que faenaban en la zona donde debía caer el misil fueron alertados, pero de los quince barcos que había, sólo cinco volvieron a puerto, más por mala mar que por el cohete. “No teníamos ni idea de dónde iba a caer”, dijo un socio de la cooperativ­a pesquera de Erimo al diario Asahi, a modo de justificac­ión de que era inútil preocupars­e. Un fatalismo compartido ayer por numerosos japoneses.

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EUGENE HOSHIKO / AP Sistema de intercepci­ón de misiles desplegado ayer en Tokio

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