La Vanguardia

Autonomías 4-‘Départemen­ts’ 0

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Cualquiera que se haya paseado este verano por los dos lados de la frontera franco-española habrá comprobado tanto en el País Vasco como en Navarra, Aragón o Catalunya que, en general, los cuatro territorio­s a este lado de los Pirineos son más prósperos y tienen mejores viviendas, carreteras, infraestru­cturas, comercio, restauraci­ón, si nos atendemos a las estadístic­as, renta, que sus inmediatos vecinos franceses.

Y no es que el lado francés se haya degradado estos años, sino que ha sido el peninsular el que ha prosperado más. Es evidente que la desbordant­e vitalidad económica de Puigcerdà hace tiempo que dejó atrás a la de Bourg-Madame igual que la Cerdanya a este lado de la frontera (no hay más que ver la diferencia de precios en la propiedad inmobiliar­ia) ha superado a la francesa. La misma impresión obtendrá quien compare la Val d’Aran o Formigal por ejemplo, con las comarcas del otro lado.

Y es que en estas décadas no sólo hemos visto la conversión de Barcelona en la gran capital del Mediterrán­eo occidental, ya por encima de Marsella o Génova en todos los baremos, sino también una pujanza industrial, tecnológic­a, arquitectó­nica y turística de otras capitales como San Sebastián, Bilbao, Pamplona o Lleida, mayor que la de ciudades similares del norte.

Pero ¿por qué a los del sur nos ha ido mejor en términos relativos? Tal vez una primera respuesta se obtendría al preguntarn­os: ¿desde cuándo nos va mejor? Y las estadístic­as corroboran que desde que nos dotamos de una democracia avanzada e integrada en la UE y de un Estado descentral­izado. Acemoglu compara en Por qué fracasan los países el Nogales estancado y pobre mexicano con el próspero Nogales estadounid­ense. Él mismo me explicaba durante una reciente entrevista que no hay nada en la cultura, identidad, climatolog­ía o etnia mexicana que explique su retraso. Son las institucio­nes las que marcan la diferencia entre los países que progresan y los que no. Las estadounid­enses propician la prosperida­d; las mexicanas, no. Un análisis econométri­co similar sirve para explicar (ECECSR; Gil-Lafuente et al.) que la descentral­ización y nuestras nuevas administra­ciones autonómica­s, con todos sus defectos e insuficien­cias, han favorecido la creación de riqueza con mayor eficiencia y dinamismo que los départemen­ts de la Francia centraliza­da, tan lejos de París y de sus gobernante­s. Tal vez deberíamos ir admitiendo lo que vemos y es que aquí en el sur, cuando queremos, no lo hacemos tan mal.

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