“El terror y el miedo son los enemigos de la cultura”
Paolo Baratta, presidente de la Bienal de Venecia
Muros en las entradas de las instalaciones del festival. Presencia policial constante. Unas cuarenta cámaras observando. El camión de la policía científica, aparcado en las inmediaciones, centra la información. Allí se recogen los datos que los agentes, camuflados, perdidos entre la multitud, envían desde sus teléfonos tan inteligentes, dicen, como para escrutar las caras sospechosas y decidir si lo son en realidad. “El terrorista es un delincuente. Tenemos cemento para pararlo; armas para disuadirlo, y tecnología para neutralizarlo. Como en los setenta, aquí, en Italia, cuando las Brigadas Rojas”, dice Paolo Baratta, presidente de la Bienal, la macroinstitución cultural que organiza el festival que hoy arranca, sobre las ocho de la noche, con la proyección de Downsizing, de Alexander Payne, filme que habla sobre un cambio radical de existencia. ¿Cambia la Mostra radicalmente este año, el año del miedo? Baratta (Milán, 1939) ha sido, durante los noventa, miembro de varios gobiernos italianos. En 1998 asumió la presidencia de la Bienal, que dejó en el 2001, para volver a asumir el cargo el 2008. Con toda su experiencia, tiene una cosa clara: el mundo está mirando…
¿Será la Mostra del terror? Será el año del cine, como siempre. Y el momento del arte y de la cultura. El terror es el resultado de la violencia sobre los demás. El miedo, por el contrario, es la violencia sobre nosotros mismos. El terror y el miedo son los grandes enemigos de la cultura. Sus verdaderos enemigos…
En Barcelona, donde hemos sufrido un atentado hace poco más de una semana, se coreaba una consigna: “No tenemos miedo”. Lloré cuando lo vi. Por solidaridad. Y de orgullo. En esa consigna reconozco la cultura y la civilización a la que pertenezco. Es el rechazo de considerar que estos actos de barbarie deben alterar nuestra comprensión de la realidad y nuestro deseo de convivencia.
¿Qué significa no tener miedo? No tener miedo es la esencia de la cultura, su razón de ser. Estoy convencido de que eso que llamamos civilización necesita de una continua tensión creativa. Una civilización lo es en la medida en que crea las condiciones para la creación y para el diálogo, fomentando proyectos comunes. Proyectos en los que todos, todos, tenemos cabida. Importa lo que hacemos sobre lo que somos.
¿Y el terrorismo? El terrorismo es una cuestión de delincuentes, ya digo. Si no tenemos un proyecto común, si nos quedamos solo con el miedo, entonces el fascismo está servido. El fascismo es el resultado del miedo.
¿Tiene Europa un proyecto contra el miedo? Lo tuvo. Produjo el milagro de la Unión Europea. Pero ahora está parada, y si se para está perdida. ¿Cómo puede ser que Europa no tenga un proyecto para el norte de África?
¿Qué diálogo cultural establece la Bienal? La Bienal no está dedicada a los políticos, que tienen que ganar elecciones, ni a los periodistas, que deben vender periódicos, y mucho menos a los poderes económicos. La Bienal acoge a los artistas que saben que la vida es compleja, y que la simplificación es el enemigo de la vida. Que el desconocimiento paraliza. Crear, no discutir de tu creencia y de la mía, yo soy cristiano, yo musulmán. El diálogo cultural sufre de buscar el punto de encuentro a nuestros problemas. El cine y todas las demás formas de creación permiten re-conocernos. Cuando hablamos de cultura, todos estamos en el mismo plano.
¿Cómo será la actual edición de la Mostra? Compleja y rica, como la vida. La vida esta llena de contradicciones. Vivimos en un contraste de opiniones constante. La sociedad es una organización de conflictos en marcha, lejos del silencio del cementerio. El cine que pasará por la Mostra es, en buena medida, la voz de los conflictos en los que andamos metidos como seres humanos.
“Europa está perdida; ¿cómo puede ser que no tenga un proyecto para el norte de África?” “Los artistas saben que la vida es compleja y que la simplificación es el enemigo de la vida”