La Vanguardia

Jugárselo todo en agosto

- Albert Gimeno

Jugarse el futuro en agosto suena duro pero en esta ocasión es más real que nunca. Deseará el Barça que pase cuanto antes este verano lleno de espinas, más lesivo que las coronas que lucen los múltiples y variados cristos en las procesione­s de Semana Santa por toda España. Dolor, golpes, derrotas, descenso reputacion­al, enfado de la afición y mala onda entre directiva y jugadores. Vamos, un cóctel mortal de necesidad para iniciar una temporada en la que ya se ha perdido un título y, por encima de todo, se ha hincado la rodilla sin poder encomendar­se a casi nada.

El culé desmedidam­ente optimista pensará que quien suscribe esta columna ha olvidado un dato importante: que tras dos jornadas de campeonato de Liga el Barça aventaja ya al Madrid. Cierto. No he olvidado esa circunstan­cia pero sinceramen­te creo que ni la corte de palmeros más afinada de la administra­ción barcelonis­ta puede sentirse muy tranquila pese al traspié del Real Madrid frente al Valencia.

La diferencia de juego y de poderío entre los blancos y los azulgrana es tan notable en estos momentos que negar esa evidencia me retrotrae a los tiempos en los que la afición blanca aplaudía las faltas que hacía su equipo ante la incapacida­d para frenar aquel géiser de juego inacabable que fluía de Xavi, Iniesta y Messi cada partido. No había color entonces y empieza a no haberlo ahora, salvo que el Barça acabe el mes taponando parcialmen­te la vía de agua

Ni sumar más puntos que el Madrid puede tranquiliz­ar al culé, cuyo club carbura peor que su eterno rival

que provocó la partida de Neymar pero, por encima de todo, la sensación instalada en el barcelonis­mo de que la junta directiva actúa tarde y mal.

Perder a Neymar cuando en tus filas tienes al mejor, a Messi, no es dramático si sabes hacer bien los deberes y eso se traduce en tener rastreado el mercado, avanzarte en la contrataci­ón de los sustitutos y por supuesto enterarte a tiempo de los planes de los jugadores de tu plantilla. El problema es que un mal paso en esa línea no sólo te condena a no sumar títulos un año sino que coloca al equipo en una posición de clara desventaja para tres o cuatro ejercicios. El Madrid ha rehecho sus costuras en los últimos cuatro años mientras el Barça ha olvidado renovar el vestuario. El club barcelonis­ta sigue contando con el mejor activo posible, Messi, pero el argentino solo no puede ser tan determinan­te. Sí ante el Alavés, pero no allí donde el fútbol adquiere temperatur­a de Champions. Dembélé es una apuesta ilusionant­e pero debe haber más pólvora. Los errores de los fichajes de los últimos años deben subsanarse. Es difícil, sí, pero esto es el Barça, no el equipo de mi barrio.

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