Edesa estudiará “alternativas” a los 220 despidos
La dirección de Edesa Industrial –propiedad del grupo CNA, con sede en Torelló– se ha comprometido a estudiar en el plazo de una semana “alternativas” al plan de viabilidad presentado en julio, que proponía el cierre de la planta de Garagartza, en Arrasate (Gipuzkoa), y un total de 220 despidos. Según informó el comité de empresa de Edesa, tras el rechazo del plan por parte de la asamblea de trabajadores, la dirección de la empresa se comprometió a analizar “alternativas adicionales al plan de viabilidad presentado”.
La firma, en preconcurso de acreedores, explicó el pasado 20 de julio que debe ajustar sus líneas de producción, reducir su plantilla y obtener financiación no bancaria para reactivar las líneas de negocio rentables. La compañía cuenta actualmente con la fábrica de Arrasate, la que albergó la histórica cooperativa Fagor Electrodomésticos, además de otras dos plantas en Eskoriatza (Gipuzkoa) y Basauri (Vizcaya).
Su plan prevé cerrar la planta de Garagartza, “ya que el margen de contribución negativo de sus líneas de negocio no permite la viabilidad de su actividad fabril”, aunque abre la posibilidad de trasladar la producción de calentadores a la fábrica de Basauri.
La factoría de Arrasate se dedicaba a la producción de hornos, placas vitrocerámicas y lavadoras, aunque albergaba también la línea de calentadores de la filial Geyser, que es la que propuso trasladar a Basauri.
El comité de empresa aseguró que “seguirá trabajando” para que la decisión de la dirección de “reconsiderar” el plan “suponga una apuesta en firme a favor de la fabricación, el empleo y la sostenibilidad del proyecto”.
Edesa es propiedad del grupo industrial CNA –acrónimo de Cata, Nodor y Apelson–, controlado por Jorge Parladé. Con sede operativa en Torelló (Osona), está especializada en campanas extractoras, hornos, encimeras y todo tipo de pequeños y grandes electrodomésticos. El grupo facturó alrededor de 200 millones de euros en el 2016.
El negocio de lo que era la antigua Fagor entró en el perímetro de CNA hace apenas tres años, cuando, después de una larga crisis, Mondragón Corporación Cooperativa dejó caer la empresa, que fue a concurso de acreedores y a liquidación. El grupo catalán compró la unidad productiva en una subasta judicial a mediados del 2014 por 42,5 millones de euros.