David Davis NEGOCIADOR BRITÁNICO DEL BREXIT
Barnier avisa de que intentar dividir a los Veintisiete es “perder el tiempo”
La tercera ronda negociadora entre Londres y Bruselas sobre las condiciones del Brexit acabó ayer en un contundente fracaso. El Reino Unido rechaza cualquier obligación económica con Europa una vez deje la UE.
Nadie dijo que poner fin a una relación de más de 40 años fuera a ser fácil pero el resultado de la tercera ronda de negociaciones sobre el Brexit hizo saltar ayer todas las alarmas en Bruselas. El calendario de contactos previsto para abordar la separación está a punto de irse al garete y, con él, las esperanzas de lograr una salida ordenada del Reino Unido de la Unión Europea el 29 de marzo del 2019. El temor a un Brexit descontrolado es real.
“No ha habido ningún avance decisivo sobre los temas principales”, anunció ayer el negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, que celebró no obstante pequeños avances en las negociaciones sobre el futuro de la frontera con Irlanda. El gran choque, como se esperaba, ha llegado al hablar de dinero. “Esta semana ha quedado claro que el Reino Unido no se siente legalmente obligado a cumplir sus obligaciones financieras después de irse de la UE”, denunció Barnier. Londres no ha dicho todavía qué deudas reconoce con el club pero ha hecho saber a Bruselas que, según su análisis, jurídicamente sus obligaciones de pago al presupuesto comunitario
El envío de cientos de cartas de deportación a europeos en el Reino Unido “no ayuda a crear confianza”
se acaban el día que se vayan. “Pero en algunos casos reconocemos obligaciones morales”, matizó el negociador británico, David Davis, en la tensa rueda de prensa conjunta al término de la ronda negociadora.
Davis acusó a Barnier de ser excesivamente estricto con los procedimientos y le reclamó “más flexibilidad e imaginación” para hacer avanzar las negociaciones, insistiendo en que es lo que los gobiernos le han pedido . “Son las palabras que ha usado el Consejo Europeo”, aseguró Davis, aunque en realidad las directrices negociadoras sólo usan esos términos para el problema de la frontera de Irlanda. “Quienes busquen diferencias entre lo que hace este equipo de negociadores y lo que quieren los Veintisiete está perdiendo el tiempo”, replicó Barnier, molesto con lo que percibe como intentos de Londres de debilitarle ante los gobiernos.
El Consejo Europeo debe decidir en octubre si las conversaciones con Londres sobre las tres cuestiones principales del divorcio (derechos de los ciudadanos, obligaciones financieras y el futuro de la frontera con Irlanda) han registrado “avances suficientes” para pasar a la segunda fase de la negociación, la futura relación entre el Reino Unido y la UE. El equipo negociador europeo advirtió ayer que están “lejos de poder constatar” algo así.
Para entonces, quedará alrededor de un año para cerrar las negociaciones. Aunque la fecha de salida es el 29 de marzo del 2019, los parlamentos de los 28 estados miembros deben ratificar antes el acuerdo. Londres podría pedir una prórroga de las negociaciones pero necesita el acuerdo de los Veintisiete para conseguirla. Barnier se ofreció ayer a intensificar los contactos antes de
“Detecto cierta nostalgia hacia la UE en las posiciones británicas”, ironiza el negociador
la cumbre de octubre pero Davis ignoró, de momento, la propuesta.
Londres siempre ha renegado del enfoque europeo e insiste aún en que es imposible separar las discusiones; quiere hablar del futuro antes de comprometerse a cómo resolver los asuntos pendientes del pasado. Bruselas le reclama que demuestre su voluntad de acuerdo. El envío de cientos de cartas de deportación a ciudadanos comunitarios este verano no ayudan precisamente a “crear confianza”, le afeó Barnier, aunque luego dijeran que todo fue un error.
El negociador comunitario calificó de “simplemente no realistas” algunas de las propuestas de Londres y sugirió que el Gobierno británico puede estar empezando a echar de menos a la UE. “Detecto cierta nostalgia en las posiciones británicas, demandas que consisten en seguir beneficiándose de la UE y el mercado único sin formar parte de él”, lanzó con toda la intención Barnier. “Quizás me equivoque y no hay nostalgia. Pero, ya saben, ‘Brexit significa Brexit’. Pues salir del mercado único significa salir del mercado único”, incidió el negociador comunitario. “Yo no confundiría la creencia en el libre mercado con la nostalgia”, puntualizó Davis, molesto con las burlas a la famosa frase de la primera ministra británica, Theresa May, sobre qué significa el Brexit.
El negociador europeo achacó la ambigüedad y las tácticas dilatorias británicas a la ausencia de una discusión real en el país, antes del referéndum, sobre las consecuencias del Brexit. “No ha habido suficiente debate en el Reino Unido, es el momento de explicar qué quiere decir ser miembro de la Unión Europea y qué implica dejar de serlo”, reclamó Barnier.