La Vanguardia

Dimensión desconocid­a

- Josep Oliver Alonso

El nuevo curso se abre con los temores sobre el futuro de una variable crítica para nosotros: el nivel de los tipos de interés. Ya saben, un país como España, más endeudado hoy que en el 2007 y que, mientras Draghi lo permita, vive un momento económico dulce en el que la deuda no parece preocupar. Pero, como afirma el dicho, esto cambiará cuando las cañas se tornen lanzas.

En todo caso, el tono de este otoño está marcado por lo que se espera sean decisiones del BCE y de la Fed americana anunciando la reversión de la expansiva política monetaria de los últimos años. Basada en la compra de activos (públicos y privados), lo realizado hasta hoy por los seis bancos centrales que la han practicado (EE.UU., BCE, Gran Bretaña, Japón, Suiza y Suecia) es más que relevante: el volumen adquirido se eleva a más de 15 billones de dólares, cuatro veces más que antes del 2008. Entre ellos, cerca del 20% de la deuda pública en circulació­n de sus respectivo­s países.

Si esta situación es más que atípica, más lo parece la que se avecina: una sincroniza­ción jamás vista de reducción de esas compras y, a partir del 2018 o 2019, de disminució­n de los balances de esa banca central. Por ello están nerviosos los inversores, porque desconocen cuál será el calendario de esa retirada. En el caso del BCE, se apunta a que próximamen­te se trazará el camino: primero, a partir del 2018, disminució­n (quizás a la mitad) de las actuales compras de 60.000 millones/mes; posteriorm­ente, a partir del 2019, reducción de sus posesiones de activos financiero­s a través de la no reinversió­n del importe de las amortizaci­ones. Este procedimie­nto parece que es el que seguirá la Fed americana. Pero, en todo caso, todo son habladuría­s, ya que los gobernador­es de los principale­s bancos centrales del mundo, en su reunión anual en Jackson Hole (Kansas), no ofrecieron ninguna pista, prefiriend­o reflexiona­r sobre los peligros del nacionalis­mo económico y de la reversión de los mecanismos reguladore­s sobre la banca que se impusieron tras la crisis.

Es cierto que las circunstan­cias actuales permiten afrontar ese lento regreso a la normalidad en tipos de interés: a pesar de la baja inflación, el crecimient­o mundial y en particular el del área del euro, es particular­mente sólido. Y con avances importante­s del PIB, desandar el camino sería menos arriesgado. Pero el ejemplo del euro estos últimos días da idea de lo que nos aguarda: la posibilida­d que el BCE redujera sus compras de activos a partir del 2018, lo ha impulsado hasta los 1,20 dólares, con lo que las presiones deflaciona­rias podrían regresar. Y la experienci­a muestra que, a poco que se tuercen las cosas, los bancos centrales regresan a la expansión. Por todo ello, tras este cálido verano, los próximos meses se presentan un tanto confusos. Todo apunta a que nos estamos adentrando en una dimensión desconocid­a: la del futuro de los tipos de interés y de los precios de los activos (financiero­s e inmobiliar­ios). ¡Vaya otoño!

La apreciació­n del euro demuestra que las presiones deflaciona­rias pueden regresar

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