Capturado en Uruguay un mafioso italiano en fuga durante 23 años
Rocco Morabito, traficante de cocaína, se hacía pasar por hombre de negocios brasileño
Después de casi media vida en fuga, la policía uruguaya –a instancias de Interpol–, echó finalmente el guante a Rocco Morabito, de 51 años, un destacado
boss de la ‘Ndrangheta –la mafia calabresa– que se había especializado en el tráfico de cocaína entre Sudamérica y Europa. A Morabito lo pillaron en un hotel de Montevideo, pero llevaba años viviendo en una urbanización de lujo de Punta del Este bajo identidad falsa.
Morabito pertenecía a los que la policía italiana denomina superlatitanti (superprófugos), una categoría criminal de primer nivel. La estrella indiscutible de este selecto club de delincuentes sigue siendo Matteo Mesina Denaro, fantasmagórico capo de la Cosa Nostra, la mafia siciliana, también en paradero desconocido desde hace lustros.
Junto a Morabito, que afronta la extradición y sobre el que pesa una condena de 30 años de cárcel en Italia, fue detenida su compañera, Paula Maria De Olivera Correia, una mujer originaria de Angola y con pasaporte portugués, tres años mayor que él. A la pareja les fueron incautados un vehículo Renault, 13 teléfonos móviles, una pistola, un puñal, 12 tarjetas de crédito, una importante cantidad de dólares en efectivo, talonarios de cheques en la divisa estadounidense y 150 fotos de carnet auténticas de él.
A Morabito siempre le gustó vivir bien. Quizás eso fue su perdición, pues otros jefes mafiosos, para evitar ser cazados, aceptan vivir como auténticos ermitaños, incluso en búnkers bajo tierra. El capo mafioso residía en una urbanización llamada Beverly Hills, como el célebre barrio de Los Ángeles. Su casa tenía piscina, pero a tenor de las fotos que facilitó la policía uruguaya no era la residencia de un magnate sino de alguien de clase alta, confortable aunque no de ostentación exagerada. Según la televisión italiana, Morabito cometió el error de inscribir a su hija en la escuela con su nombre verdadero.
Natural de Africo, en el corazón de Calabria, en el macizo del Aspromonte, y perteneciente a un conocido clan criminal, al boss calabrés lo apodaban U Tamunga, un mote un tanto curioso, derivado de un vehículo todoterreno del ejército alemán, el Munga, con fama de indestructible, que al parecer gustaba mucho a Morabito y lo conducía por las infernales carreteras montañosas de Calabria. Como suele suceder, su carrera criminal la inició siendo muy joven y pronto lo llevó a Milán, el gran mercado de la droga, donde frecuentó a los cachorros de la burguesía en los locales de moda. Esos contactos le permitieron crear una vasta red para vender cocaína.
En Uruguay, Morabito vivió sin despertar sospechas durante años haciéndose pasar por un hombre de negocios brasileño. Lo conocían como empresario en el sector de importación y exportación y con negocios de cultivo de soja.