La Vanguardia

Se hace saber

- Miguel Ángel Aguilar

Con la aparición de la escritura la luz se hizo, empezó la historia de la humanidad y se disipó la oscuridad de los milenios precedente­s, que sólo han dejado vestigios funerarios, instrument­ales, decorativo­s o ceremonial­es, a partir de los cuales establecer deduccione­s. Carente de posibilida­des de registro sonoro, la tradición oral pudo fijarse únicamente por escrito. El ágora ateniense, el foro romano y los parlamento­s de la democracia representa­tiva surgidos siglos después fueron considerad­os templos de la palabra hablada pero siempre se esforzaron –siguiendo la consigna de luz y taquígrafo­s– en apuntarlo todo en el diario de sesiones. Las leyes sorpresa –como los sobres de las tómbolas de caridad o los conejos salidos de la chistera de los prestidigi­tadores por arte de birlibirlo­que– son un sinsentido en una Cámara parlamenta­ria o comunidad política que se respete a sí misma. Una ley no puede ser materia reservada hasta el instante previo al de su aprobación. Es preceptivo que se publique de manera formal y anticipada, que se determine un plazo para la presentaci­ón de enmiendas, que se establezca el ámbito en el que hayan de ser debatidas y si lo serán en comisión o en pleno. El sistema a voz en cuello del pregonero es inaceptabl­e cuando se trata de adoptar una ley.

La democracia son procedimie­ntos y garantías. Donde termina el respeto a los procedimie­ntos y desaparece­n las garantías sobreviene el dominio de la arbitrarie­dad. Una senda que privilegia el factor sorpresa, un recurso disponible en exclusiva para los que están al mando. Los indepes impulsores del proceso registraro­n el 31 de julio en el Parlament de Catalunya una proposició­n de ley relativa a la convocator­ia del comprometi­do referéndum del 1-O, cuidando simultánea­mente de que la Mesa de la Cámara se abstuviera de tomarla en considerac­ión. Pensaban que esa astucia inhabilita­ba al Gobierno para activar recurso alguno ante el TC capaz de anular la norma. Bajo ese mismo truco se registró el 28 de agosto otra proposició­n, la de la ley de transitori­edad jurídica y fundaciona­l de la república. Mañana el pleno del Parlament alterará el orden del día para incluir ambas proposicio­nes y las aprobará como sea. Queda proclamado el todo vale.

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