La hora del lector escritor
Los hermosos escritos que acompañan las fotos y vídeos que la artista Eulàlia Vallldosera cuelga en su página de Facebook son uno de los numerosos ejemplos de cómo los creadores catalanes utilizan las redes digitales. Su hilo ha llegado al tope permitido de los 5.000 seguidores. Otros, como Xavier Puigmartí, lo utilizan como diario compartido y galería virtual. Victoria Bermejo es una escritora que tanto firma un documental (Volver a casa a
los 50 años) como un libro (Cuentos para contar en 1 minuto, con Miguel Gallardo). En Facebook mantiene varios hilos narrativos. Uno de ellos son fotos de los objetos que la gente desecha de sus casas y que ella descubre en sus paseos por la ciudad. Los objetos hallados generan historias. ¿Quién era, qué vida tuvo esa mujer cuyo retrato al óleo se ve expuesto entre cachivaches en Els Encants? O ¿qué sugiere esa pequeña estrella plateada que ha quedado olvidada sobre una sucia acera? “Te da un subidón ver cómo desde el minuto cero lo que escribes genera comentarios maravillosos”. dice la autora . Cada época tiene una forma de narrar. Lo más fácil es utilizar los nuevos medios sin variar la forma narrativa. Sería como pintar con la técnica de un artista del siglo XVIII relojes digitales en vez de gorgueras y clepsidras. Muchas iniciativas buscan el contacto directo con el público o su participación. La obra no se completa hasta que encuentra un lector. Y ahora, abolidos los intermediarios, estos tienen voz. Alícia Kopf , que viene del mundo del arte, sorprendió al mundo literario con su primera novela, Germà de gel, que era parte de un proyecto que combinaba exposición y libro. “En mi caso –dice– la cuestión de los medios es la siguiente: acabo mis proyectos artísticos en forma narrativa ya que por la propia estructura del libro eso me obliga a cerrar el relato. Tengo la sensación de que, si no encontrara un final narrativo, los proyectos serían infinitos. La diferencia con un escritor tradicional es que mi proceso es más poroso y transparente que el de alguien que se encierra unos años a hacer una novela. Mi proceso pasa por fases que comportan la relación con otras disciplinas y medios para complementarlo”. Para la escritora, “el formato expositivo me es útil para trabajar con los imaginarios que quiero recrear en mi novela, y el trabajo con la imagen me proporciona perspectivas y metodologías a las que no podría llegar con el texto. Una vez visto el resultado puedo incorporarlo a la historia, incluyendo aquello que me haya afectado personalmente sobre el mismo proceso y su encuentro con el público”.