Vila pide una cultura que no sea guardiana de las esencias
El conseller abre el curso de la Fundació Romea
¿Ministro de Cultura o ministro de culto? Es decir ¿un ministro o conseller que favorezca “la curiosidad infinita”, que se innove, que se experimente, que se adapte a las situaciones nuevas, o un sacerdote que sacraliza el pasado, las esencias culturales, identitarias o constitucionales? Es el dilema que planteó ayer Santi Vila durante la apertura de la temporada del Romea. “¿Les suena esto?”, preguntó al público.
La Fundació Romea revalidó la invitación cursada cuando Santi Vila era aún titular del Departament de Cultura y este mantuvo el título del discurso que ya había sido anunciado. Las palabras del ahora conseller de Empresa i Coneixement giraron en torno a las complejas tensiones que origina buscar un punto de justo equilibrio entre la sacralización del pasado que hipoteca el futuro y su contrario, la sacralización del futuro que liquida la tradición y la herencia. Puso muchos ejemplos, En uno de ellos, lamentó que tras la fecha histórica de julio de 2014, cuando Jordi Pujol reconoció en
La Vanguardia sus implicaciones en el fraude, desde el ámbito convergente hubiera habido un exceso de reprobación y no se hubiera sabido distinguir entre los activos negativos y los positivos de la herencia recibida para precipitarse, en cambio, hacia espacios de ruptura. “Había –dijo–, una vez reprobadas las malas prácticas, otros muchos activos que salvar y de los que sentirse orgullosos”.
Después puso el acento en distinguir qué elementos de la tradición conviene preservar y qué elementos son meramente instrumentales, y, por lo tanto, sujetos a los cambios que la sociedad necesite. Citó a Jaime de Miguel para resaltar que una gran parte de la población catalana ya no se siente concernida, por razones de edad, con la Constitución. “Hay una brecha generacional en el conflicto Catalunya-España, o vieja y nueva política, pues cuando a estas nuevas generaciones se les apela refiriéndose al espíritu de la transición, ya para ellas se trata de referencias vacías”. Para Santi Vila, el auge de los nuevos partidos no está en la bondad de sus propuestas programáticas, sino en que los partidos tradicionales, PSOE y PP, van camino de la obsolescencia.
Vila puso otro ejemplo. En la playa de la Selva, paseando con un importante constitucionalista presenciaron cómo “dos señoras tapadas de la nariz a los tobillos intentaban bañarse ante la mirada vigilante de un hombre que cuidaba de que nadie osara mirarlas”. Vila y el constitucionalista recordaron el debate en Francia sobre si una sociedad abierta debía conservar la tradición de la Ilustración y el estado aconfesional. El conseller se definió como contrario al multiculturalismo y recordó que Catalunya tiene un debate pendiente que “por buenismo” no ha querido ser tratado.
Santi Vila se alineó con el concepto de nación de Rovira i Virgili: “Conciencia y voluntad de ser” en contra de los guardianes de las esencias, incluidos los que dicen que “la unidad de España no admite el diálogo”.
Hay que distinguir, repitió, entre la tradición de los valores de los derechos civiles de los ciudadanos y lo que hay de instrumental, “y el ordenamiento constitucional es instrumental, y, por tanto, modificable”. El conseller volvió a reivindicar “la ética de la duda y el compromiso con los valores que nos garanticen ser ciudadanos libres”.
El extitular de Cultura reivindica “la ética de la duda” y los valores “que nos hacen ser ciudadanos libres”