Gas sarín contra civiles
Sólo el régimen tiene aviones rusos Su-22, como el empleado
Una investigación de la ONU establece que el presidente de Siria, Bashar el Asad, cometió crímenes de guerra al atacar con armas químicas a su propio pueblo al menos en cuatro ocasiones entre marzo y julio de este año.
El informe también acusa a EE.UU. de matar a 38 civiles, entre ellos una mujer y cinco niños, en un bombardeo
Bashar el Asad cometió crímenes de guerra al atacar con armas químicas a su propio pueblo. Así lo ha establecido una comisión de investigación de la ONU en un informe hecho público ayer y que concluye que, al menos en cuatro ocasiones entre marzo y julio de este año, la fuerza aérea siria empleó gas sarín. El caso más sonado fue el de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib, el 4 de abril pasado, donde un avión ruso Su-22 llevó a cabo cuatro pasadas que provocaron la muerte de 83 personas, entre ellas 28 niños y 23 mujeres. Otras 293, incluidos 103 menores, resultaron heridas. “Sólo las fuerzas sirias manejan este tipo de avión”, afirma la comisión.
El episodio más mortífero por armas químicas en Siria sigue siendo el del 21 de agosto del 2013 ocurrido en la Guta oriental y Muadamiya al Sham, localidades de los alrededores de Damasco bajo control rebelde, donde murieron 1.429 personas, entre ellas 426 niños. A pesar de que Damasco lo ha negado, EE.UU. considera que hay pruebas más que suficientes para achacar dichas agresiones al régimen de El Asad.
Las fuerzas armadas sirias han recurrido al uso de armas químicas en casi una treintena de ocasiones desde que empezó el conflicto, mientras que se achaca al autoproclamado Estado Islámico (EI) el ataque con gas mostaza sobre Marea (provincia de Alepo) en agosto del 2015.
En el informe presentado ayer por el presidente de la comisión, el brasileño Paulo Sérgio Pinheiro, se explica que en la zona de Jan Sheijun se encontraron fragmentos de la bomba y, aunque no pudieron establecer exactamente el arma química empleada, los elementos encontrados podrían encajar con “bombas de gas sarín producidos por la antigua Unión Soviética”.
Durante la investigación entrevistaron a 43 testigos, víctimas, personal médico, personas que acudieron a la zona después del ataque; analizaron imágenes de satélite, fotografías de restos de la bomba y vídeos de afectados que mostraban síntomas de intoxicación.
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ya había asegurado que las víctimas “habían sido expuestas a gas sarín o una sustancia parecida al sarín”, pero no ha indicado aún al posible autor.
Pinheiro señaló en una rueda de prensa en Ginebra que queda “excluida” la versión rusa de que la Fuerza Aérea siria atacó un depósito terrorista que contenía municiones químicas. El coordinador de la Comisión, James Rodehaver, explicó que, en ese caso, el gas sarín “se habría quemado en su mayoría dentro del edificio y no habría creado una nube tóxica” que se desplazó entre 300 y 600 metros desde el punto de impacto.
En el mismo periodo investigado se produjeron nuevos bombardeos en la Guta Oriental, pero en esta ocasión con gas cloro.
La comisión de investigación también acusó a Estados Unidos de haber “violado la ley internacional humanitaria” al atacar, en marzo pasado, un edificio adyacente a la sala de oración de una mezquita en Al Yina (en la región de Alepo). Hubo 38 muertos, entre ellos una mujer y cinco niños. EE.UU. alegó que el objetivo era una reunión de miembros de Al Qaeda, algo que no se sustentaba.
En julio del 2012 Damasco amenazó con utilizar sus armas químicas en caso de producirse una intervención militar occidental. El 20 de agosto, el presidente Obama aseguró que, de hacerlo, traspasaría una “línea roja” que tendría consecuencias. El ataque un año más tarde a la Guta Oriental quedó impune.