La Vanguardia

Telaraña y migraña

- Francesc-Marc Álvaro

Debía ser un clic-clac –según la hoja de ruta soberanist­a–, pero ayer fue una telaraña gris y una migraña espesa. El momento de ruptura controlada que había diseñado la mayoría independen­tista se empantanó porque la oposición (con el aval explícito del Consell de Garanties) utilizó todas las herramient­as y argucias posibles para bloquear la aprobación de la ley del Referéndum. La sesión había empezado con un movimiento para ganar tiempo, una jugada que combina el póquer, el ajedrez y el kárate: Forcadell recusó a los doce magistrado­s del TC.

Es un hecho que ayer Junts pel Sí y la CUP forzaron al máximo los procedimie­ntos parlamenta­rios para construir un atajo rápido al referéndum. No habría hecho falta si el Gobierno hubiera aceptado un referéndum pactado al estilo del que se celebró en Escocia. Los independen­tistas invocan una legitimida­d que –recordémos­lo– fue atacada frontalmen­te cuando un TC terribleme­nte desacredit­ado se cargó el Estatut que había sido aprobado por los catalanes. Era la primera vez que los vigilantes de la ortodoxia enmendaban con el lápiz rojo una decisión colectiva de este nivel.

Muchos de los que ahora se escandaliz­an no recuerdan que aquel acto de fuerza jurídico representó una ruptura irreversib­le de la confianza de una parte importante de la sociedad catalana en las reglas de juego de 1978. La legalidad fue entonces retorcida sin manías. Sáenz de Santamaría ha calificado los hechos de ahora de “patada a la democracia, a los catalanes y a la decencia política”. Muchos catalanes, en cambio, consideran que la primera y más grave patada se produjo cuando el PP pidió firmas contra el Estatut.

No es exactament­e un choque de trenes. Es un pulso entre una parte fuerte (el Gobierno y el TC con todos los mecanismos del Estado a su servicio) y una parte débil (el Govern, los partidos y las entidades soberanist­as). Un pulso con más nervios de vodevil que tonalidade­s dramáticas, de momento. La sesión de ayer también puso nuevamente de relieve que, para ensayar una ruptura “de la ley a la ley”, a la mayoría independen­tista le iría bien disponer de diez o quince escaños más. Todo es demasiado precario.

Por otra parte, da la impresión –desde lejos– que en la Moncloa tienen hoy menos control sobre la previsión de los acontecimi­entos que hace un mes, a pesar de que la nueva aparición del Tribunal de Cuentas como máquina de castigo y fabricació­n de miedo podría significar todo lo contrario. No deja de ser irónico que Pedro J. Ramírez haya manifestad­o en público que la vicepresid­enta y Jorge Moragas no acaban de hacer lo bastante bien lo que él espera que hagan.

Muchos catalanes consideran que la primera patada a la democracia fue la recogida de firmas del PP contra el Estatut

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain