La Vanguardia

Posverdad desbocada

- Pilar Rahola

El PP que sacó 349.193 votos dice ser “el salvador” de Catalunya ante una mayoría que sacó 1.628.714

Es verdad que una inmensa mayoría de catalanes quieren votar su destino, y que son millones los que lo han expresado en la calle, y en las urnas; pero la posverdad, impuesta a golpe de micrófonos, declaracio­nes y todo el poder del Estado, asegura que esto es un delirio de cuatro dirigentes radicaliza­dos y fanatizado­s.

Es verdad que el proceso político que ha culminado en el momento actual ha seguido las pautas democrátic­as: elecciones, mayorías parlamenta­rias, acuerdos políticos, intentos reiterados de pacto con el Estado, agotamient­o de todos los caminos pacíficos y democrátic­os, hasta intentar ejercer el máximo gesto de la democracia que es poner las urnas; pero la posverdad, impuesta a golpe de micrófonos, ruidos, declaracio­nes y todo el poder del Estado, pervierte el concepto democrátic­o, vende el proceso como si fuera una quimera provocador­a, lo tilda de golpe de Estado y tiene la osadía de apelar a la democracia, para negar la democracia.

Es verdad que Catalunya es una nación milenaria, y que, como tal, tiene derecho a ejercer su propio destino; pero la posverdad, impuesta a golpe de micrófonos, ruidos, declaracio­nes y todo el poder del Estado –además de una represión sistémica de sus derechos durante siglos– reinventa la historia, niega su condición nacional, y reduce a Catalunya a una simple provincia grande, estrechame­nte tutelada y controlada por el Estado, a la que no se permite ninguna decisión estratégic­a.

Es verdad que el partido que gobierna en España, el PP, es un partido residual en Catalunya, que nunca ha tenido el apoyo de sus ciudadanos y que no tiene ningún peso en el relato global catalán; pero la posverdad, impuesta a golpe de micrófonos, ruidos, declaracio­nes y todo el poder del Estado, los presenta como salvadores del pueblo catalán ante el desvarío de sus líderes. Es decir, el partido que ha sacado 349.193 votos asegura ser “el salvador” de Catalunya ante el Govern de la Generalita­t, cuya coalición sacó 1.628.714. En este punto, cada vez que Rajoy, Saénz de Santamaría o etcétera hablan de salvar a los catalanes de sí mismos, sube el pan y baja la vergüenza.

Es verdad que, como dijo Errejón, la derecha española siempre llega tarde a la democracia. Es verdad que no ha roto con la tradición franquista, lo es que ha atropellad­o las reglas del Estado de derecho, que ha estresado a los tribunales, chapoteado en las cloacas, judicializ­ado la política y ejercido la represión institucio­nal. Pero la posverdad los presenta como garantes del Estado de derecho ante los irredentos galos que quieren destruir a España.

Es verdad que la izquierda española es más española que izquierda, cuando se trata de Catalunya; pero la posverdad edulcora como vía más amable, la vía de siempre.

Y si la posverdad vende miedo, represión y prohibició­n, la verdad es rotunda: no han conseguido ni inocular el miedo, ni frenar el anhelo colectivo.

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