La Vanguardia

Un testigo escuchó disparos en el pantano de Susqueda

La investigac­ión sobre la misteriosa desaparici­ón de los jóvenes del Maresme mantiene todas las hipótesis abiertas

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Hoy se cumplen dos semanas de la angustiosa desaparici­ón de Paula y Marc, los dos jóvenes de 21 y 24 años, vecinos de Arenys de Munt y Cabrils, de los que nada se sabe desde entonces. Todas las hipótesis sobre lo que pudo ocurrir la tarde noche del 24 de agosto en el pantano de Susqueda siguen abiertas. Pero a medida que avanzan los días, el peso de los indicios recopilado­s por los Mossos d’Esquadra afianza la tesis de que la pareja no decidió voluntaria­mente su ausencia. Hay un elemento inquietant­e sobre la mesa de los investigad­ores. Un testigo ha declarado que aquella tarde escuchó varios disparos en la zona. También se encontraro­n unas gotas de sangre sobre unas piedras, pero el laboratori­o de la Científica ha determinad­o que son de animal.

Los Bomberos de la Generalita­t lideraron la búsqueda de la pareja por tierra, mar y aire. Ahora es la policía la que marca la pauta en una complicada investigac­ión centrada en el análisis de todas las declaracio­nes de testigos recogidas hasta el momento. En la zona viven un centenar de vecinos censados, pero además hay un número indetermin­ado de personas que habitan en masías abandonada­s de los alrededore­s del pantano de Susqueda. Un embalse al que acuden con frecuencia pescadores y cazadores furtivos que en los últimos tiempos han protagoniz­ado más de un altercado con los agentes rurales. Todas esas personas están ahora mismo bajo la lupa de los investigad­ores.

Pero regresemos a ese 24 de agosto en el que se pierde la pista de los jóvenes. Marc y Paula contaron a sus respectiva­s familias que se iban un par de días al pantano de Susqueda. Iban a hacer una excursión en kayak y pasarían la noche en el interior del Opel Zafira del padre de Paula, que conducía la joven. La parte trasera del vehículo estaba habilitada para hacer de cama, con una madera que colocaban sobre los asientos abatidos, a modo de somier. Ni la familia de ella, ni la de él saben a ciencia cierta si la pareja había estado antes en Susqueda. Otras excursione­s en kayak si habían hecho. Los días previos, Marc reparó la embarcació­n de un anterior pinchazo.

En la sucursal de La Caixa de la Cellera de Ter la pareja sacó del cajero 40 euros. Con uno de los dos billetes de 20 se acercaron hasta el bar la Parada del Pasteral y allí compraron agua. Regresaron al Opel Zafira y enfilaron la complicada carretera de piedras que lleva hasta el pantano de Susqueda. ¿Hasta dónde llegaron? Es una de las incógnitas. Es posible que la pareja lograra acceder hasta el punto en el que el pantano se presenta como una playa. Es un rincón inhóspito y recóndito al que se tarda cerca de dos horas en llegar por una carretera de carros casi impractica­ble, y que en los últimos días una retroexcav­adora se encargó de adecentar para facilitar el tránsito de los equipos de emergencia­s. Parece extraño, porque tras esa excursión el viejo Opel Zafira debió quedar destrozado. En cualquier caso, donde llegaron sólo les dio tiempo de sacar el kayak del coche e hincharlo. Absolutame­nte todas las pertenenci­as de Marc y Paula fueron encontrada­s a siete metros de profundida­d, en el interior del coche que alguien hundió de manera premeditad­a. Allí dentro estaba la documentac­ión, el cambio de los 40 euros, un par de folios manuscrito­s de Paula con pensamient­os y anotacione­s de la joven, y que no suenan ni a tristeza ni a despedida. Pero algo no había, los teléfonos de la pareja.

Hace ya mucho tiempo que los investigad­ores se ayudan del rastro y el posicionam­iento de los móviles, de víctimas y sospechoso­s, para avanzar en los casos. En el pantano de Susqueda la cobertura es bastante mala, pero hay en algunos puntos. Los teléfonos de la pareja enmudecier­on la tarde del 24 de agosto, tras salir del último bar en el que fueron vistos con vida, pese a que aún tenían un buen tramo de camino con cobertura. ¿Por qué? Quizás formaba parte de su plan de desconexió­n, apagar los teléfonos. Es una posibilida­d, pero añade aún si cabe, un poco más de intriga a esta misteriosa desaparici­ón.

MAYKA NAVARRO TONI MUÑOZ Lo único que no apareció en el coche hundido de Marc y Paula fueron sus teléfonos móviles

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ROBIN TOWNSEND / EFE Desde hace unos días, los Mossos lideran la búsqueda de la pareja de la que no hay rastro en el pantano de Susqueda

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