Un imperio sin rey
Colombianos y mexicanos se reparten la exportación de la cocaína americana
Los traficantes colombianos dejaron de ser los únicos reyes del tráfico hace ya algunas décadas. La hegemonía ahora es compartida. Los clanes del crimen organizado de Colombia y de México se reparten de una manera bastante definida las mayores porciones del pastel de este suculento negocio sucio internacional.
Figuras de los ochenta y los noventa tan populares como sanguinarias, tales como el antiguo jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, o los hermanos Rodríguez Orejuela, responsables del Cártel de Cali, son muy poco frecuentes hoy en día. Hay sin duda una excepción, el mexicano Joaquín Guzmán Loera, más conocido como
El Chapo. Hoy consume sus días en una cárcel norteamericana de la que se da por hecho que no saldrá en décadas a pesar de su habilidad para las fugas. Esta característica escapista junto con la extrema crueldad de sus acciones contra deudores o enemigos del cártel que dirigía lo hizo muy conocido y aspirante a ser personaje protagonista también de series de televisión y cortejado por estrellas de la interpretación como Sean Penn o reinas de culebrones como la mexicana Kate del Castillo, de la que, al parecer, El Chapo se había enamorado.
Esa división del mercado de la droga en América Latina se dibuja de esta manera, según los expertos: los clanes colombianos se dedican principalmente a la exportación de cocaína a la Unión Europea y los grupos criminales mexicanos se encargan casi en exclusiva de los consumidores estadounidenses. México no es solamente el gran introductor de la cocaína colombiana en Estados Unidos. Desde hace tiempo, tiene su propias zonas de cultivo, zonas montañosas y boscosas donde ocultan sus plantaciones, especialmente para evitar avistamientos desde el aire, “pero es tal la demanda del mercado norteamericano que los cárteles mexicanos acaban en ocasiones completando sus transportes con excedentes de Colombia”, explica a este diario una fuente policial con responsabilidades en la lucha internacional contra el narcotráfico. Otros países, especialmente los que tienen frontera con México o con Colombia, son también cultivadores de coca. “En ese papel secundario pero importante destacan Perú y de forma muy significativa últimamente Bolivia, después están las pequeñas repúblicas centroamericanas”, dice este especialista.
A pesar de esa especialización en la venta atendiendo al destino de la ilegal mercancía, la historia reciente demuestra que los cárteles mexicanos han hecho tímidos intentos de asentarse en territorio europeo. Lo han intentado, por ejemplo, en España, pero por el momento tales aproximaciones han resultado infructuosas por su rápida detección y por la reacción policial. Son los colombianos los que siguen dominando las rutas hacia el viejo continente; muy diversificadas desde hace tiempo incluso con bases en países del golfo de Guinea como paso intermedio a territorio europeo.
No solo la cocaína es la gran droga exportada por los grupos criminales de América Latina en la actualidad. La heroína es también un mercado en expansión con terribles consecuencias sociales. Este capítulo está también dominado por los mexicanos que ven como siguen creciendo las ventas de un tipo de esta droga conocida como “alquitrán negro”. “Los mexicanos la venden mucho. Cultivan y procesan. Es una heroína que se suele fumar o inhalar. La jeringuilla sigue teniendo muy mala fama entre los consumidores”, apuntala este jefe antidrogas.
Por ahora el debilitamiento de los cárteles, especialmente de los mexicanos, no parece ser algo que esté a la vuelta de la esquina por mucho que la policía federal de ese país y hasta sus fuerzas armadas hayan dado golpes tan audaces como la recaptura de El Chapo tras su última fuga de una prisión mexicana de alta seguridad. “Cambia la cabeza de la serpiente, pero sigue viva”, concluye este agente de la ley.
Los grupos criminales de México abastecen de droga casi en exclusiva al voraz mercado de EEUU