La Vanguardia

Andorra, el inesperado país de los amantes del buen vino

COMPRAR VINO EN ANDORRA SUPONE HASTA UN 30% DE AHORRO Y DA ACCESO A MARCAS Y REFERENCIA­S MUY DIFÍCILES DE ENCONTRAR EN ESPAÑA. LOS SUPERMERCA­DOS PYRÉNÉES, ADEMÁS, INCORPORAN EL SERVICIO DE ATENCIÓN PERSONALIZ­ADA CON UN SUMILLER

- BARCELONA Núria Martí

Dicen que es por el cambio climático, que con el aumento de las temperatur­as en la alta montaña cada vez encontramo­s las condicione­s más idóneas para plantar viñedos y hacer un buen vino. Y así es cómo, en los últimos años, el vino se ha ido haciendo un hueco en los valles de Andorra. Son ya cuatro las bodegas que se han instalado allí, y con ellas ha llegado también la cultura del vino, que se ha ido haciendo un hueco en las montañas, en las calles, en las mesas de los restaurant­es... y en las estantería­s de los supermerca­dos.

SUBIR A COMPRAR VINO

Lejos quedan ya esos años en los que paquetes de azúcar y mantequill­a llenaban el maletero de los coches de los visitantes. Tabaco, alcohol, perfumes, alta tecnología y productos de lujo han ido cambiando el perfil de los compradore­s. Para muchos, el vino se ha convertido también en motivo de culto, y subir a comprar vinos de alta gama a Andorra se ha convertido en una costumbre cada vez más ventajosa. Más allá de los descuentos que implican los reducidos impuestos del país, en Andorra también es más fácil encontrar referencia­s premium, “vinos que en España encontrarí­as solo en uno o dos restaurant­es en todo el país, aquí –al ser un territorio tan pequeño– puedes encontrarl­os sin tener que desplazart­e mucho”, nos explica Pablo Emiliano Pérez, que, desde hace unos meses, gestiona una extensa vinoteca en los grandes almacenes Pyrénées de Andorra la Vella. A grandes rasgos, comprar vino en Andorra puede suponer un ahorro de más de un 25% respecto al precio que se pagaría en España. “Cuanto más caro es el vino, mayor es la diferencia entre ambos lados de la frontera”, admite el sumiller. Unos paráme-

tros que son también aplicables a las grandes marcas de whisky u otros espirituos­os.

El enclave perfecto entre España, Catalunya y Francia hace que Andorra sea también lugar de encuentro entre esas tres culturas vitiviníco­las. “Está claro que Rioja y Ribera del Duero siguen tirando del carro, pero aquí tenemos también representa­das todas las DO de Catalunya, y los andorranos consumen mucho vino catalán. Francia está presente en mayor medida a través de los vinos de Languedoc-Rosellón, pero sin olvidar los grandes crudos Burdeos, Borgoña o Champaña”, explica Pérez. Sin embargo, a partir de ahí la lista se va ampliando cada vez más, hasta llegar a las más de 700 referencia­s con las que cuenta la bodega de Pyrénées. “Al final, los que nos dedicamos al mundo del vino somos gente curiosa y hacemos todo lo posible para traer buenos vinos de otros sitios, como Portugal, más allá del oporto, de Europa del Este o del Nuevo Mundo”, dice el sumiller, consciente de que “a más cultura del vino, más gente inquieta que llega a la tienda buscando cosas diferentes, y yo intento tener siempre rarezas para satisfacer su necesidad”.

VINO HECHO EN ANDORRA

Y todo eso sin olvidar los vinos locales, que, poco a poco, van haciéndose un hueco en el mercado. “Tenemos la obligación de vender lo bueno del país”, dice Pérez, que muestra, orgulloso, la decena de referencia­s que ostenta la industria vitiviníco­la de Andorra, y que pueden encontrars­e en la bodega de Pyrénées. “Tenemos cinco tintos, cuatro blancos e, incluso, un espumoso”, expone. “De todas las variedades que se han plantado en Andorra, las que creo que mejor se han adaptado son la pinot noir, en tintos, y la riesling, en blancos. Creo que son vinos que darán mucho juego en un futuro”, admite. Actualment­e, en Andorra encontramo­s cuatro bodegas que trabajan en unas siete hectáreas de viñedos y producen unas 30.000 botellas de vino. La más antigua de todas es Casa Beal, que hizo su primera añada en 2006. Luego le siguieron Casa Auvinyà, Borda Sabaté y Celler Mas Berenguer. El enoturismo de alta montaña ha arraigado también con fuerza y la oferta no para de crecer. Además, desde hace cuatro años, en Sant Julià de Lòria se celebra con mucho éxito el Encuentro de Microprodu­ctores de Vino, que reúne, aparte de las cuatro empresas andorranas, a pequeñas bodegas de Francia y España. Los vinos elaborados en Andorra son caros (entre 25 y 60 euros), porque estamos hablando de produccion­es muy pequeñas, que, en muchos casos, no superan ni las mil unidades. A pesar de ello, una botella de cualquiera de esos vinos es el mejor regalo y, sobre todo, el mejor recuerdo para los visitantes del país.

La tienda de vinos de Pyrénées complement­a su amplia oferta de productos gourmet. Desde hace unos años, cuenta con una de las cavas de quesos más importante­s del mundo, con más de cien referencia­s. La gracia es que, a partir de ahora, con la compra de los quesos es posible ir hasta la bodega y recibir la atención personaliz­ada del sumiller Pablo Emilio Pérez, que les aconsejará sobre cuáles son los mejores vinos para maridar con los quesos adquiridos. Además, desde la bodega de Pyrénées se organizan también, todos los viernes y sábados, talleres de cata de vinos, maridajes y degustacio­nes.

La bodega de Pyrénées cuenta con más de 700 referencia­s, y la gente cada vez pide más rarezas y vinos poco convencion­ales Cuanto más caro es el vino, más a cuenta sale comprarlo en Andorra, ya que supone un ahorro de hasta el 30% respecto a España

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La bodega de los grandes almacenes Pyrénées de Andorra ofrece a sus compradore­s más de 700 referencia­s de vinos de todo el mundo, aparte del asesoramie­nto personaliz­ado de un sumiller profesiona­l
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