“ME IMAGINO DELANTE DE LA CHIMENEA, CON UN BUEN PRIORAT, DESPUÉS DE UNA DURA JORNADA DE ESQUÍ”
Pablo Emiliano Pérez es argentino, pero hace más de doce años que vive y trabaja en Andorra. Llegó como un joven de veinti-tantos que aspiraba a quedarse una temporada en pistas para seguir yendo por Europa con la mochila a cuestas. Pero las montañas le atraparon y el mundo del vino le marcó el camino. En 2013, fue el representante de Andorra en el Europeo de Sumilleres organizado por la ASI (Association de la Sommellerie Internationale). Desde el mes de marzo, asesora a todos los 'wine lovers' que visitan Pyrénées, y ya está trabajando en su propio restaurante.
¿Qué es lo que más le gusta de Andorra?
La seguridad y la tranquilidad. Para mí, que vengo de Buenos Aires, donde ir tranquilo por la calle es una quimera, Andorra, y con los tiempos que corren todavía más, es un paraíso. Por no hablar del paisaje, que es espectacular, sobre todo en invierno, que es cuando a mí me gusta más.
¿Y si tuviera que decir lo que menos?
Echo de menos oferta cultural. Cines, teatros, restaurantes... La cosa empieza a moverse, pero en algunos aspectos todavía estamos muy verdes.
Malo para un amante del vino, como es su caso.
En cuanto al vino, no podemos quejarnos, ya que tenemos algunos establecimientos que, por suerte, traen cosas cada vez más interesantes.
¿Alguna región vitivinícola preferida?
Como sumiller y amante del vino, no me ha gustado nunca hablar de regiones o variedades preferidas. Para mí, el vino son momentos. Hay momentos que te piden un gran Borgoña, momentos que exigen un blanco complejo, momentos para abrir un vino de hielo...
Pues busquemos un momento. ¿Cuál sería el mejor vino para un après-sky?
Me imagino un día de esos de niebla, tormenta y mal tiempo, sería majísimo llegar al bar, con la chimenea, y disfrutar de un buen Priorat.
¿Y si ha hecho un día de sol radiante?
Sería el momento perfecto para abrir un buen cava o champán.