La Vanguardia

Los males inmobiliar­ios

- Jordi Gosalves Pres. del Col·legi d’Aparellado­rs de Barcelona

Cuando ha quedado más que demostrado que la desregular­ización que ha existido –y existe– en el sector inmobiliar­io en España puede llevar a generar la ruina de un país, y cuando se han podido identifica­r la mayoría de disfuncion­es en el sistema que ha permitido que ese riesgo haya sido más que una posibilida­d, sería de necios no poner remedio a esa situación. O al menos, no intentarlo. Lamentable­mente, las administra­ciones públicas no han tomado medidas correctora­s. Y esas medidas tan necesarias no se pueden diseñar ni implantar cuando a uno le convenga. Necesitan de un tempo muy condiciona­do.

Quien sí que ha adoptado medidas desde hace unos pocos años es la banca. Actualment­e, todo promotor que pretenda iniciar una promoción en la que tenga necesidad de utilizar un préstamo hipotecari­o conoce sobradamen­te la intervenci­ón económica a la que ha de someterse: si quieres financiaci­ón te debes someter de forma permanente al control económico de un tercero, propuesto por la entidad financiera pero pagado por el promotor. Estos profesiona­les, denominado­s controller­s o project monitoring, fiscalizan toda la gestión económica del proyecto. En muchos casos, las entidades financiera­s llegan a pagar directamen­te a los industrial­es y proveedore­s, sin que el promotor toque el dinero. Todo ello con la intervenci­ón de esos profesiona­les técnico-económicos. En España ha sido tradiciona­l que sean los arquitecto­s técnicos (aparejador­es) los que se ocupen de las mediciones, la valoración de las innumerabl­es partidas de obra y la gestión de la contrataci­ón y liquidació­n de las obras.

Desde el mundo anglosajón nos llega otro tipo de profesiona­l, el quantity surveyor que, con los conocimien­tos del arquitecto técnico español en cuanto a esos aspectos de control económico, viene desarrolla­ndo con gran prestigio esas funciones. En Inglaterra no se concibe abordar una construcci­ón de mediana dimensión sin la intervenci­ón de esos profesiona­les y existen empresas dedicadas al quantity surveying que tienen ¡más de 230 años de antigüedad! Con estas nuevas figuras se soluciona solo en parte el problema. Hay otras muchas disfuncion­es que corregir y regular. Nadie hasta ahora se ha puesto a trabajar para exigir, desde las administra­ciones, que todos los intervinie­ntes en el proceso constructi­vo tengan cobertura obligatori­a de responsabi­lidad civil, excepción hecha de los técnicos y del promotor, y únicamente para determinad­os supuestos de riesgo. ¿A que espera la Administra­ción para implantar esta obligatori­edad de cobertura asegurador­a de todos los intervinie­ntes (constructo­r, industrial­es, suministra­dores, etcétera)?

Gracias a este vacío legal, en España cualquiera se puede poner a trabajar como industrial de la construcci­ón sin que nadie le obligue a tener una cobertura asegurador­a. Pero de eso hablaremos otro día...

Lamentable­mente, las administra­ciones públicas no han tomado medidas correctora­s

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