El vicepresidente de Uruguay dimite por corrupción al estilo nórdico
La dimisión del vicepresidente de Uruguay, Raúl Sendic, demuestra que el pequeño país es una rara avis en el continente en términos de tolerancia con la corrupción. Mientras en Argentina o Brasil cada soborno a un político se cuenta en millones de euros, Sendic anunció ayer una dimisión al estilo nórdico, por haber usado una tarjeta de crédito pública para gastos personales y por mentir sobre su inexistente título universitario. “Vengo aquí a renunciar”, dijo Sendic al presentarse ante el consejo nacional del Frente Amplio (FA), la coalición que gobierna Uruguay desde el 2005, tras comunicárselo al presidente Tabaré Vázquez, junto a quien fue electo el 2014, asumiendo al año siguiente.
De 55 años, Raúl Sendic es hijo del fallecido líder histórico de la guerrilla Tupamaros –del mismo nombre– y era la gran esperanza de la izquierda para suceder a Vázquez. Apadrinado por el expresidente José Mujica (2010-2015), Sendic ocupó durante su mandato la presidencia de Ancap, la petrolera estatal, cuya tarjeta corporativa usó para comprar ropa, electrónica o muebles. El escándalo se destapó este año, tras descubrirse que Sendic se había inventado el inexistente título de licenciado en Genética Humana por la Universidad de La Habana. La justicia abrió sendas investigaciones y hace una semana la comisión disciplinaria del FA lo expedientó. Lo más probable es que la vicepresidencia sea ocupada por Lucía Topolansky, presidenta del Senado y esposa de Mujica.