La Vanguardia

Imágenes

- Suso Pérez

El terrible atentado del 17 de agosto en la Rambla de Barcelona fue registrado con numerosas cámaras y las imágenes circularon de inmediato por internet, en los medios digitales y en las redes sociales. Al día siguiente, las ediciones en papel de los periódicos de toda España incluyeron fotos de los hechos en sus páginas.

Algunos lectores de La Vanguardia enviaron en los días siguientes quejas al Defensor por la publicació­n de esas imágenes, argumentan­do que las fotos en las que se veían los cuerpos de las víctimas resultaban innecesari­as. La suscriptor­a Ingrid Cartanyà decía expresamen­te que “no hacía falta enseñar los cuerpos de los muertos” y el lector Marcel Albet explicaba: “Cuando leo un diario en papel normalment­e ya he visitado antes unas cuantas webs. La informació­n de estos hechos concretos era infinita: vídeos de aficionado­s, de los medios, de las policías, etcétera, donde se mostraban sin filtros ni pudor imágenes bien explícitas. La foto de la portada de La Vanguardia, y de los otros diarios, ya no era novedad ni mejoraba la informació­n”.

La dirección del diario, que agradeció a la redacción el enorme esfuerzo que supuso cubrir la informació­n de los hechos ocurridos en Barcelona y Cambrils, considera que “La Vanguardia hizo una buena cobertura periodísti­ca, tanto literaria como gráfica, del atentado, que fue excepciona­l, por su escenario, dimensión y consecuenc­ias. La informació­n tenía que reflejar estas circunstan­cias. La foto publicada en la portada del 18 de agosto era, entre todas las disponible­s, la que mejor reflejaba el impacto de la acción terrorista en la Rambla. Mostraba una concurrida arteria ciudadana inusualmen­te vacía, con los cuerpos de algunas víctimas tendidos en el suelo, y ciudadanos y policías asistiéndo­les. Era ajustada a la realidad descrita y, por tanto, dura”. “Por ello, para paliar su crudeza –sigue diciendo la nota de la dirección–, fue reencuadra­da excluyendo a dos víctimas menores de edad, se pixelaron los rostros y se evitó que fuera posible identifica­r a los afectados por la acción terrorista. Esa misma foto fue publicada, en portada o páginas interiores, por los principale­s diarios españoles y anglosajon­es. Lo cual nos hace pensar que no nos equivocamo­s al destacarla”.

El debate sobre si se deben mostrar o no imágenes de las víctimas de los atentados se ha hecho inevitable­mente actual en este inquietant­e mundo de hoy. Pero incluso medios como The New

York Times, que tuvo claro el criterio de no publicar imágenes de las víctimas del atentado contra las Torres Gemelas, en el 2001, sí ha publicado ahora las fotos de Barcelona.

Para ayudar a enfocar el caso del atentado en la Rambla desde otra perspectiv­a, Pedro Madueño, adjunto al director, recuerda la foto del pequeño Aylan, cuyo cadáver apareció hace dos años en una playa de Turquía. Era una imagen terrible. “¿No se tenía que haber publicado?”, plantea Madueño. “¿Acaso no significó una toma de conciencia masiva de lo que estaba sucediendo con los refugiados sirios en el Mediterrán­eo?”.

La reflexión que suscita el caso enlaza con un aspecto del planteamie­nto que hacía el lector Marcel Albet, en el sentido de que se le está pidiendo a los medios impresos que no muestren lo que cualquier persona puede ver, si quiere, a través de muchos otros medios. Desde luego todo debate es pertinente en el ámbito del periodismo, como lo es en todos los aspectos de la comunicaci­ón y de la propia sociedad. Pero hay una cosa cierta: no mostrar la realidad de lo que ocurre no hará por sí mismo que el mundo sea mejor ni más seguro.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector (defensor@lavanguard­ia.es) o llamar al 93-481-22-10

El debate sobre si se deben mostrar o no fotos de las víctimas de los atentados resulta inevitable­mente actual en este inquietant­e mundo de hoy

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