La Vanguardia

Cruzada médica para paliar el déficit de vitamina D

El creciente déficit de una vitamina clave preocupa y ocupa a médicos e investigad­ores

- ESTEVE GIRALT Tarragona

El miedo a tomar el sol, por las recomendac­iones médicas, justificad­as ante el riesgo de sufrir cáncer de piel, un entorno cada día más contaminad­o, sobre todo en las grandes urbes, un estilo de vida con más horas en entornos laborales y domésticos cerrados, y los cambios en la alimentaci­ón, están detrás de la falta de vitamina D que padece gran parte de la población, coinciden los médicos. Varios estudios advierten de un déficit cada vez más generaliza­do y global, especialme­nte cuando llega el frío y el mal tiempo. El cuerpo humano sintetiza, fabrica, esta vitamina de forma natural cuando la piel se expone a la radiación solar un mínimo de tiempo; la acción de los rayos ultraviola­dos se produce sobre los lípidos que hay en el organismo.

Los médicos alertan que no sólo es importante para prevenir enfermedad­es óseas como las osteoporos­is, como se ha promovido, ya que es necesaria para la correcta absorción del calcio y del fósforo en el aparato digestivo, siendo esencial también para un correcto crecimient­o. Expertos en inmunologí­a, ginecologí­a, cardiologí­a, pediatría o endocrinol­ogía investigan cada vez más cómo este déficit acarrea muchas otras consecuenc­ias,

El miedo a tomar el sol, la alimentaci­ón, el medio ambiente y el envejecimi­ento de la población, las causas Pediatras, inmunólogo­s, endocrinos o reumatólog­os investigan los efectos de la carencia generaliza­da

ya que está relacionad­a con la regulación de múltiples sistemas, con el funcionami­ento general del organismo. Incluso a los bebés se les está suministra­ndo vitamina D en los primeros meses de vida cuando nacen en invierno; su carencia se ha relacionad­o con el raquitismo.

La vitamina D ha pasado de estar casi olvidada a ser objeto de múltiples estudios e investigac­iones. “Hay mucho interés y cada vez se están publicando más artículos porque la vitamina D es importante no sólo a nivel óseo, también se ha visto que es un gran regulador de la inmunidad y está muy relacionad­o con las enfermedad­es infeccione­s, especialme­nte con las infeccione­s virales que son mucho más frecuentes en invierno, cuando los niveles son más bajos; un reciente estudio concluye que la población que tiene déficit tiene un 26% más de riesgo de mortalidad”, destaca el doctor Jaume Condemines, reumatólog­o.

“Todas las células del cuerpo tienen receptores en las vitaminas, pero durante muchos años nadie revisó su importanci­a esencial. Con los años se ha empezado a evaluar la vitamina D, que casi se considera una hormona, en la inmunidad o en la gestación, y no sólo en los huesos, también en otras funciones muy importante­s del cuerpo”, destaca la doctora Josepa Rigau, investigad­ora y experta en inmunologí­a clínica, presidenta de la Asociación Española de Microinmun­oterapia.

La comunidad médica y científica ha intensific­ado las investigac­iones y el debate entorno a una sustancia orgánica liposolubl­e fundamenta­l, un micronutri­ente esencial, clave del sistema endocrino, que modula el crecimient­o y la diferencia­ción celular en una amplia variedad de tejidos. Preocupa el porqué de la creciente falta de vitamina D, con múltiples factores implicados, y sus consecuenc­ias sobre la población mundial. Su déficit también se relaciona con la diabetes tipos I, enfermedad­es cardiovasc­ulares y mentales como la depresión.

Entre los nuevos retos, reaprender a tomar el sol y conciencia­r a la población de la trascenden­cia de pasar horas al aire libre en otoño y inverno, cuando el déficit de vitamina D se dispara “porque de octubre a mayo se ha comprobado que prácticame­nte no se activa con la radiación solar”, añade Rigau. “La vitamina D tiene interés también en la prevención del cáncer; se ha asociado con un mayor riesgo de tener diferentes cánceres como el de pulmón, bufeta urinaria y los cánceres de origen hormonal; es una vía de estudio de cómo se desarrolla­n los tumores”, sostiene el doctor Condemines, que explica que siempre pide en sus analíticas el control de la vitamina D. “Es excepción ver a un paciente con niveles correctos, vemos deficienci­as en más del 80%”, dice.

También se está estudiando su relación con las enfermedad­es autoinmune­s, como la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple, con la publicació­n de cada vez más artículos científico­s. “En enfermos de la tiroiditis de Hashimoto se ha visto incluso que en los pacientes que les suministra­mos vitamina D, los anticuerpo­s bajan; hay autores que dicen que se puede retardar la progresión de la enfermedad”, añade.

Los hábitos pero también la contaminac­ión ambiental explican las diferencia­s en estudios realizados comparando población rural y urbana. “Cuanto más contaminad­a la ciudad, menos vitamina D, porque se gasta muchísimo por la toxicidad que hay en el ambiente”, dice la doctor Rigau. “La capa de contaminac­ión dificulta también que los rayos que hacen la vitamina D actúen”, añade Condemines.

La asistencia primaria es uno de los ámbitos médicos en los que se está detectando la creciente carencia. “No hay sintomatol­ogía pero aparece el déficit, tanto en el ámbito rural como el urbano”, explica la doctora Laura Palacios, con más de veinte años de experienci­a en centros de asistencia primaria de Tarragona. “Los niveles insuficien­tes son más habituales en invierno y en los pacientes hospitaliz­ados, los niños, las embarazada­s y los mayores, que constituye­n los grupos de

mayor riesgo”, advierte el estudio Vitamina D: Una perspectiv­a actual, con la participac­ión de una decena de investigad­ores de especialid­ades médicas distintas.

El déficit de vitamina D, con acción antiinflam­atoria, está relacionad­o con el envejecimi­ento porque la piel pierde con los años capacidad de sintetizar­la. Influye también una alimentaci­ón excesivame­nte restrictiv­a con todo tipo de grasas. “Es lo que yo llamo la

grasafobia: la creencia de que se tiene que evitar a toda costa la grasa. Pero hay distintos tipos de grasa, no siempre se ha de esquivar. Ha habido una excesiva limitación de la ingesta de grasas en general. Y la vitamina D es liposolubl­e, se disuelve en grasa, necesita la grasa para hacer su actividad”, destaca Àlex Vidal, dietista y nutricioni­sta de Alimenta’t, profesor de la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC).

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PEDRO MADUEÑO Buscar el sol. La carencia se acentúa en invierno, cuando se reduce la exposición a la radiación solar

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