La Vanguardia

Y Cayo Guillermo resistió...

La Habana amanece inundada y sin electricid­ad después de su noche con ‘Irma’, que provocó olas de 11 metros sobre el Malecón

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Las zonas de peligro fueron evacuadas y no hay constancia de muertes, un orgullo para el régimen

La Habana amaneció ayer con calles inundadas y sin electricid­ad después de su noche en brazos de Irma. Aunque el ojo del huracán no pasó directamen­te sobre la capital cubana, el embate del viento, la lluvia y, sobre todo, el intenso oleaje dejaron un rastro destructor.

Olas de hasta once metros se abatieron sobre el legendario Malecón, golpeando sus negocios y famosos hoteles frente al mar como el Copacabana, que tuvo que ser evacuado, al igual que los barrios más cercanos a la orilla. En el Vedado, un barrio situado cerca del centro, el mar penetró más de 500 metros. “El mar avanzó como jamás lo había hecho antes”, afirmó Mercedes López Acea, presidenta del consejo de defensa nacional.

Las autoridade­s advirtiero­n que las calles seguirían inundadas más de 36 horas. López Acea informó además de varios “derrumbes parciales o totales” de viviendas, así como de caídas de árboles.

El impacto del viento y del mar rompió cristales y puertas en quioscos situados en zonas inundadas del Malecón y algunas personas lo aprovechar­on para rebuscar artículos entre las aguas. El Ministerio del Interior advirtió de que llevará a cabo “acciones preventisu­frido vas” para afrontar posibles actos de “vandalismo” y “actitudes oportunist­as de los enemigos de la Revolución”.

Los vientos fueron más intensos en Varadero, principal centro turístico de Cuba, situado a un centenar de kilómetros de la capital, donde se registraro­n numerosos daños en la infraestru­ctura hotelera. Había alojadas 18.500 personas, de las que 5.000 eran turistas que fueron evacuados tres días antes de los cayos del norte, por donde pasaba más cerca el ojo del huracán.

Ha sido la zona más dañada de la isla, si bien los destrozos sólo son materiales. Sólo quedó un mínimo retén de trabajador­es, mientras que unos 36.000 turistas fueron evacuados a lugares seguros de la isla o retornaron a sus países. Ha daños considerab­les el pedraplén, la carretera que une los islotes con tierra firme y el aeropuerto internacio­nal de Jardines del Rey, que en fotos difundidas por medios estatales cubanos aparece cubierto de escombros. La planta hotelera de Cayo Coco, Cayo Santa María y Cayo Guillermo, tres de los principale­s centros turísticos de sol y playa de la isla, también sufrió cuantiosos daños, sobre todo en las cubiertas y en las dependenci­as de acceso y recibidore­s.

No hay noticia, por ahora, de ninguna víctima mortal, un orgullo para un país que presume de su capacidad para hacer frente a los desastres naturales. Antes de la llegada del huracán, el ejército fue desplegado en las zonas costeras para agilizar la evacuación a refugios.

El presidente cubano, Raúl Castro, ordenó que se diese prioridad a las labores para devolver el suministro eléctrico a las amplias zonas afectadas. “El huracán Irma ha impactado con fuerza en la infraestru­ctura eléctrica de prácticame­nte todo el país, lo que impide concentrar las brigadas especializ­adas de linieros (trabajador­es de líneas eléctricas) en una zona en particular, tal y como hicimos, por ejemplo, en los casos del Sandy (2012) y el Matthew (2015)”.

“Pasamos miedo. Las ráfagas de viento eran muy fuertes y no ha sido hasta hoy, con la luz del día, que hemos podido evaluar la situación. Hay bastantes daños”, decía Yasel Vargas, un cocinero de 35 años, cuya casa está en la céntrica calle habanera de San Lázaro, que quedó inundada.

Mayra Sánchez, una habanera que se ha visto obligada a abandonar su casa en más de siete ocasiones, explicaba que esta vez no tuvo que lamentar la pérdida de electrodom­ésticos, ropa y otros artículos de su modesta vivienda ubicada en un antiguo garaje remodelado de Miramar. “Me adelanté y lo pude salvar todo”.

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YAMIL LAGE / AFP Un cubano cruza una calle inundada del centro de La Habana

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