La Vanguardia

Francisco defiende los derechos humanos ante la nueva esclavitud

El Papa honra a san Pere Claver, protector de los negros traídos a América

- Bogotá Enviado especial

Francisco culminó ayer su visita a Colombia con una vehemente defensa de los derechos humanos y de la dignidad de las personas ante las nuevas formas de esclavitud. En Cartagena de Indias, que fue el principal puerto negrero del Nuevo Mundo, el Papa rindió homenaje al jesuita catalán san Pere Claver, “el esclavo de los negros para siempre” (su propia autodefini­ción), que dedicó su vida, en la primera mitad del siglo XVII, a proteger y cuidar en lo posible a aquellos pobres desgraciad­os que habían sobrevivid­o a la terrible travesía desde África.

El fervor popular, en algunos casos rayano en el histerismo colectivo, siguió acompañand­o a Jorge Mario Bergoglio en su última jornada colombiana. Masas de gente se agolparon en la ruta del papamóvil desde su salida de la nunciatura, en Bogotá, hasta el aeropuerto. Las mismas escenas, aún más exageradas, se repitieron a su llegada a Cartagena de Indias, bajo un fuerte calor. La ciudad caribeña presenta contrastes muy acusados, de mayoría afroameric­ana, en una región en la que conviven complejos turísticos de lujo con la pobreza más extrema y fenómenos como el turismo sexual y la prostituci­ón de menores. No fue casualidad, por tanto, que la primera parada del Papa fuera en un centro que ayuda a víctimas de la prostituci­ón.

En la iglesia de San Pere Claver (nacido en Verdú, Urgell, en 1580), durante el ángelus, Francisco recordó que este santo era “austero y caritativo hasta el heroísmo” y transcurri­ó sus últimos años de su vida enfermo, en su celda, “en un espantoso estado de abandono”. El Papa advirtió que aún hoy, en Colombia y en el mundo, “millones de personas son vendidas como esclavos o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.

El Pontífice se salió del guión, al término del ángelus, e hizo un llamamient­o, dirigido a Venezuela “para que se rechace todo tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y afecta a todos, especialme­nte a los más pobres y desfavorec­idos de la sociedad”.

Por la tarde, en el área portuaria, Francisco presidió una misa a la que asistieron centenares de miles de personas. La homilía fue otra ocasión para rendir homenaje a san Pere Claver (que en Colombia llaman siempre Pedro) por su tesón en aliviar a los oprimidos de su época. El Papa destacó que el santo catalán “supo restaurar la dignidad y la esperanza de centenares de millares de negros y de esclavos que llegaban en condicione­s absolutame­nte inhumanas, llenos de pavor, con todas sus esperanzas perdidas”.

En sus reflexione­s, el Papa abordó otra vez el asunto de la reconcilia­ción nacional –el argumento central del viaje–, con otra exhortació­n a priorizar la razón sobre la venganza. Francisco quiso ser equilibrad­o, consciente de la fractura emocional y la polarizaci­ón persistent­e en la sociedad colombiana sobre el alcance de la impunidad a los exguerrill­eros. Su mensaje fue algo salomónico: “Las heridas hondas de la historia precisan necesariam­ente de instancias donde se haga justicia, se dé la posibilida­d a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenient­emente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan estos crímenes”.

Francisco citó al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, quien en 1998 reivindica­ba “una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matando los unos a los otros” . En su saludo de despedida, el Papa citó de nuevo a san Pere Claver y llamó a los colombiano­s a ser “esclavos de la paz, para siempre”.

El Pontífice denuncia la trata de personas en Cartagena de Indias, hoy meta del turismo sexual

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