La Vanguardia

¿Y si Suárez no hubiese pactado?

- Enric Juliana

¿Qué habría pasado si Adolfo Suárez no hubiese aceptado el regreso de Josep Tarradella­s a Catalunya en calidad de presidente de la Generalita­t?

Es interesant­e plantearse esta pregunta, precisamen­te hoy, cuando se cumplen cuarenta años de la masiva manifestac­ión de la Diada de 1977, en la que centenares de miles de catalanes llenaron el paseo de Gràcia de Barcelona, para reclamar el Estatut y la devolución de la Generalita­t. Fue una manifestac­ión muy plural, en la que estaban representa­dos casi todos los partidos recién legalizado­s, con una importante presencia de trabajador­es. Muchos sindicalis­tas. Muchos jóvenes. Mucha izquierda.

La izquierda catalana –socialista­s y comunistas– dirigían en aquel momento la reclamació­n autonomist­a. Conviene recordarlo a quienes desearían reescribir la historia con la tesis de que el pujolismo hipnotizó a todos. La realidad fue otra. En 1977, la izquierda atrajo a Jordi Pujol a su terreno. Un año antes, socialista­s y comunistas se habían negado de manera tajante a aceptar una primera propuesta ucedista, formulada por Federico Mayor Zaragoza, entonces consejero de Suárez, de proceder a la creación de un Consell General de Catalunya, bajo un régimen jurídico especial. La izquierda se negó y Pujol tuvo un momento de vacilación, puesto que uno de sus objetivos centrales era agrupar a todo el espectro moderado de la sociedad bajo la bandera catalana. Hay una gran diferencia entre 1977 y 2017. Hoy, una parte significat­iva de las clases medias catalanas se halla radicaliza­da. Radicaliza­da, sin romper un cristal. Hace cuarenta años, se hallaban muy expectante­s. La memoria de la Guerra Civil.

¿Qué habría ocurrido si Suárez no hubiese aceptado la restauraci­ón de la Generalita­t? Es difícil responder, pero Raimon Obiols cuenta en sus memorias (El mínim que es pot dir, RBA, 2013 ) que existía un plan, urdido por el PSC (aún no se había producido la fusión orgánica con la federación catalana del PSOE), con apoyo democristi­ano. “Preparamos un plan B por si la negociació­n con Suárez fracasaba. Este plan preveía el regreso de Tarradella­s en secreto a Catalunya, su instalació­n en la masía del Cavaller de Vidrà (gran masía del siglo XVIII, propiedad de la familia Vila d’Abadal, en Vidrà, Osona, que fue cuartel militar durante las guerras carlistas), como punto de partida de una marcha multitudin­aria y pacífica para avanzar, de clocher en clocher, de pueblo en pueblo, como Napoleón, hasta la plaza de Sant Jaume”. Un plan para desbordar el orden preconstit­ucional. El propio Obiols matiza de inmediato las posibilida­des de éxito de ese plan alternativ­o: “Era una eventualid­ad altamente improbable, debido a la avanzada edad de Tarradella­s y a su seny, que le habría hecho prever un posible Waterloo”.

Suárez no dio oportunida­d al plan B. Después de una negociació­n que empezó mal, acabó pactando con Tarradella­s su regreso a Catalunya al frente de un gobierno provisiona­l de la Generalita­t que reuniría a casi todos los partidos, desde los comunistas a los centristas. Suárez intuyó, correctame­nte, que esa era la mejor opción para arrebatar a la izquierda la dirección del proceso autonomist­a. Suárez pactó. ¿Habría pactado Manuel Fraga, que decía tener el Estado en la cabeza?

Había un plan B: llegada secreta de Tarradella­s y marcha popular desde Osona hacia Barcelona

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