La Vanguardia

James Bond, ¿divorciado?

- Joaquín Luna

Sin avisar, Quim Monzó me endosó el sábado un marrón en esta columna: salir los jueves por la noche en Barcelona con James Bond divorciado, como si no tuviese bastante con lo mío.

Sugería –ahí le doy la razón– que la saga ganaría interés si en lugar de casar al agente 007 en la próxima película, los guionistas lo divorciara­n.

Una amiga maravillos­a sostiene que los columnista­s nos lamemos la colita –cuando se pone macarra, es más maravillos­a y lo expresa en otros términos– pero no es cierto, como demuestra el artículo envenenado del sábado, en el que Monzó perfila la estampa –trágica– de Bond y mía en la barra del Giardinett­o tomando vodka martinis los jueves por la noche.

¿Cómo iba James Bond a rehacer su vida de fantasma, agente sobrado y guaperas con un divorcio a cuestas? Le pasaría como a los británicos tras el Brexit: menudo panorama...

–Mi exmujer me pide la mitad del salario, el usufructo del Aston Martin y que la justicia aclare mis gastos de representa­ción. ¿Tú me has visto guardar una factura en 24 películas?

–James, no te me deprimas que hay dos arquitecta­s muy monas, un poco jóvenes para nosotros, y una tiene tres casas pero no sabe en cuál dormir hoy. Me lo ha dicho fumando en la calle.

–Fumar es de mortales, deberías cuidarte, como hago yo.

Ya imagino, además, que entre copa y copa algunos clientes se acercarían a hacerse una selfie. ¿Bond? ¿James, Bond? He visto sus películas...

–Estoy harto de que me hagan esta broma... Y la muy arpía va diciendo que en la cama soy un 007.

–James, olvídate y piensa en las arquitecta­s ....

Pero el agente erre que erre con su divorcio, su exmujer y el qué dirán ahora los topos machistas del KGB.

–Señor Ángel, sirva una copa, por favor, a este señor. Un Havana 7 con Coca-Cola que es bebida de puticlub de los Monegros pero hay que animarle. -¡Yo sólo bebo cócteles! -Mira, Bond, te voy a explicar lo que es la vida de divorciado. ¿Tú ves a las dos arquitecta­s? No nos hacen ni caso. Y se van a ir a la que nos descuidemo­s sin decir ni adiós. Hay que picar piedra, Bond, James, Jaumet... Y en este plan de divorciado resentido la noche va a ser un desastre. El pasado de un divorciado no le interesa a nadie y tú te pasas el día hablando de Goldfinger. Tómate el cubalibre, no pongas cara de remilgado y vamos a Tuset que allí nadie sabrá quién eres...

Al llegar a Tuset, que el jueves rebosaba de jóvenes y policía, se nos acercarían, as usual, señores ofreciendo una copita en un bar cercano. –¿Vamos a tomar un vodka martini? -¿Estás tonto, Bond? Son bares de prostituci­ón. Mucha garrafa.

El próximo jueves, Quim, sacas tú a pasear a Bond por Barcelona. Lo dejé en el Luz de Gas diciéndole a la camarera no sé qué de agitado pero no revuelto y dando vivas al divorcio.

Mucha licencia para matar pero Bond no está hecho para las adversidad­es nocturnas del divorciado

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