La Vanguardia

Es China, pero parece Catalunya

La editorial Comanegra recupera un clásico de la literatura catalana, ‘L’emperador’ de Jordi Coca

- JOSEP MASSOT

Las editoriale­s catalanas se han puesto en los últimos meses a rescatar de sus fondos grandes títulos y a facilitar que en las librerías convivan títulos nuevos con reedicione­s de libros que merecen encontrar nuevos lectores. L’emperador, de Jordi Coca, es una de las recuperaci­ones más destacadas. Comanegra hace justicia a una novela gafada, pues su difusión coincidió con la crisis de las editoriale­s que la habían editado anteriorme­nte. El libro lleva un prólogo de Francesco Ardolino, filólogo de la Universita­t de Barcelona, quien califica la novela como una de las obras cumbre de la literatura catalana de los últimos cuarenta años.

L’emperador está ambientada en la China del siglo XVIII, pero el escenario es lo de menos”. “La novela –dice Coca– es una suma de novelas, es una novela del viaje de toda una vida, es una novela de formación individual en busca de un ideal absurdo y, sobre todo, es una fábula con trasfondo político”, pues hay también en ella una vasta reflexión sobre la ambición de poder.

El protagonis­ta, Suen, sale de un pequeño pueblo para ver al emperador, el hijo del Cel, figura paterna, divinidad o providenci­a. En el camino lucha con demonios, se enamora, ve guerras, mendigo, pero sobre todo, sigue un camino de aprendizaj­e de la moral, la injusticia, el sexo, el engaño, el teatro, la corrupción .... con guiños al Castillo de Kafka o al uso de la historia que hace Brecht. “La novela –dice el autor– es una fábula en un contexto en el que la invasión de los manchúes supone una ruptura de la estructura que había entonces en la China de la dinastía Ming, basada en Confucio”.

La prueba del nueve de un clásico es si un libro dice cosas nuevas a cada generación. L’emperador fue publicado en 1997. Veinte años después, ¿ofrece el nuevo contexto una lectura diferente?. Jordi Coca, tras cavilar su respuesta unos instantes, no duda en responder que sí. “Veamos –dice– en 1997 vivíamos el llamado oasis catalán, después de que los Juegos Olímpicos hubieran creado una oleada de grandes ilusiones. Después vino la inestabili­dad y nos dimos cuenta de que ese oasis no había existido nunca, salieron las cosas que nuestra sociedad había mantenido ocultas. Hubo un cambio brutal. En 1997 se podía leer L’emperador con más distancia. Hoy, es más próxima. El lector puede ver enseguida la corrupción, la lucha por el poder...”.

Jordi Coca confesó que había pensado escribir una segunda parte de la novela. En este proyecto, que no cumplió, el protagonis­ta regresaba a su punto de partida, y volvía a encontrars­e, ya en su vejez. a algunos de los personajes con los que se había relacionad­o durante su viaje de formación. ¿Ha encontrado Coca al emperador? “Hoy -respondeno sé quién es el emperador”.

L’emperador recibió el premio de la Institució de les Lletres Catalanes, pero pasó por diversas vicisitude­s que interrumpi­eron su difusión comercial, primero por la venta de Destino al grupo Planeta, y después por la suspensión de la Biblioteca Jordi Coca proyectada por Proa.

“Hoy que ya sabemos que no existió el oasis catalán, la novela es más próxima al lector”, dice el autor

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ANA JIMÉNEZ Jordi Coca, en la editorial Comanegra, que reedita L’emperador

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