¿Contra Nobita vivíamos mejor?
Resulta sorprendente que a estas alturas Julian Assange aún no haya exigido la dimisión de Josep Maria Bartomeu, un presidente que tiene la habilidad de crear corrientes de antipatía transversal que tanto pueden provocar gritos de oposición en el Camp Nou mientras el Barça está ganando al Espanyol como reunificar escisiones como las de Joan Laporta y Agustí Benedito. El grito de “¡Nobita dimisión!” tiene, además, la carga añadida del cachondeo, una forma de sarcasmo que sirve igual para meterse con el palco que para cachondearse de un despliegue de guardias civiles tras registrar un semanario teóricamente sedicioso. La caricatura ha condenado a Bartomeu a parecerse vagamente a un personaje de dibujos animados poco ejemplar. El Nobita original es vago, envidioso, torpe y mal estudiante y siempre necesita que el gato cósmico –llámale Doraemon o llámale Messi–, solucione todos sus problemas.
En el mundo real del Camp Nou la amenaza de la pañolada y del motín de gradería continúa como un recurso más del repertorio escénico, por más que Messi mantenga el rigor contractual de solucionar los problemas no sólo ejecutando lo más difícil del fútbol con eficacia cósmica sino también manifestando su grado de aceptación de los nuevos fichajes. A Dembélé, por ejemplo, lo ha acogido con ganas de que no le decepcione y le ha sonreído con una simpatía que contrasta con la inescrutable indefinición con la que devoró a otros mitos. Además de hacer la ola o selfies compulsivos o de reclamar la independencia, ahora también puedes desahogarte pidiendo la dimisión de Bartomeu o participar en la recogida de firmas organizada por Benedito.
¿El estado de ánimo de esta parte de la afición? De cabreo preventivo y de una desconfianza que tiene que ver con el desconcierto corporativo que ha transmitido la directiva en las últimas semanas. Es un desgaste que funciona por acumulación y que una parte de la gradería insiste en recordar, como si quisiera subrayar que el latido del equipo no está coordinado con la arritmia institucional. Pero cuidado: la tradición obliga a que también se mantengan tribunales que tienen el privilegio de distinguir entre culés prémiums, buenos, del montón, equidistantes o tarados En apariencia, la desconfianza afecta más a los círculos del entorno que al núcleo duro de socios, que gracias a la moción de censura anunciada se podrán cuantificar. Mientras tanto, sin embargo, Benedito no despierta grandes entusiasmos y a menudo los culés que querrían cambiar las cosas a) lo ignoran lamentando que no exista otra alternativa b) aplican la salida del chiste de Eugenio: “¿Hay alguien más?” o c) se preguntan por qué si el Barça está tan mal no hay otros candidatos.
Pero, incluso tras una goleada contra el Espanyol, con razones para estar serenamente satisfechos por los cambios que se empiezan a vislumbrar en el repertorio de Valverde y la actitud de seriedad del equipo, emergieron pequeños incendios como el de la renovación de Iniesta. He escuchado dos veces las declaraciones pospartido de Iniesta y no he entendido nada. Aparentemente, parece que desee desmentir a saber qué hipotético desacuerdo pero, al intentarlo, hace prevalecer el criterio de la honestidad consigo mismo según el cual no sólo
He escuchado dos veces las declaraciones pospartido de Iniesta y no he entendido nada
no tiene ningún principio de acuerdo con el club sino que está lejos de los conceptos principio y acuerdo. El modo como construye su discurso no se parece a su juego, diáfano y preciso. Detrás de un tono conciliador y comprometido con el amor al club, deja entrever agravios comparativos y problemas de comunicación con una red de interlocutores que destilan el nivel de conspiración de los mejores momentos de la curia vaticana. No hay que ser un gran guionista para saber qué haría Doraemon si quisiera ayudar a Nobita. Cuando, además de complicar las cosas, los que mandan tienen un nivel de competencia mejorable, el resultado es que Iniesta sale a apagar un incendio y parece que lo riegue con gasolina. ¿Alternativas? Por ahora, Benedito. Pero teniendo en cuenta como está el mundo, yo no descartaría la carta Julian Assange.