La Vanguardia

De Minnesota a Utah

“He trabajado muy bien este verano y tengo la confianza a tope”, dice el catalán antes de medirse con Alemania

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

A lo largo de su carrera, Ricky Rubio ha tenido que sortear lesiones, sinsabores, malas rachas, rumores constantes de traspaso y el pecado capital de atravesar auténticas crisis con el tiro, pero se ha reinventad­o en el Eurobasket, donde brilla a la espera de un nuevo cambio de equipo en la NBA.

“Que me sigan flotando”. Acababa de meterle 17 puntos a la República Checa, su mejor anotación con la selección, y no se cortó un pelo. Ricky Rubio nunca ha sido tímido y, por ejemplo, en Pekín 2008, cuando todavía era menor de edad, sorprendía a la prensa por su desparpajo y por esa ilusión que emanaba de todos sus poros. Entre entonces y ahora ha tenido que sortear lesiones, sinsabores, malas rachas, rumores constantes de traspaso y el pecado capital de atravesar auténticas crisis con el tiro. Pero el catalán se ha reinventad­o. Está desmelenad­o y espera seguir demostránd­olo hoy en los cuartos de final contra Alemania (17.45 horas). Su imagen ya no es la de un niño. Cabello largo, barba poblada y brazo derecho tatuado con una leona, su cachorro y una rosa, Rubio le planta cara a los desafíos en una época de cambios para él, empezando por su traslado de Minnesota a Utah en la NBA.

Termina el entrenamie­nto, tras una especie de concurso de triples, entre risas, con Juancho Hernangóme­z, y atiende a los medios con el móvil y un altavoz portátil en la mano. “Estoy a tope de confianza, he trabajado muy bien este verano. Acabé la campaña muy bien y eso ayuda. También ayudan partidos como el de Turquía a que esa confianza todavía crezca más. Me entran los tiros”, afirma Rubio. “La madurez, el físico, el trabajo, todo influye en la mejoría”, dice Ricky, que pone hincapié en la labor colectiva para el partido de hoy. “En ataque podemos tener un buen día o un mal día pero la defensa es la que nos va a llevar a ganar el campeonato. Era la faceta en la que necesitába­mos concentrac­ión y todos se están sacrifican­do”. Le espera un hueso en la estrella rival, el base Dennis Schröder, y por eso pide un esfuerzo mancomunad­o. “Hay jugadores que no se pueden parar en el uno contra uno y los bases necesitare­mos ayudas de los pívots”, analiza.

Se ha preparado estos meses sin molestias y se le ve más fuerte, más musculado. “Ha ganado volumen, está más ancho, se le ve más grande”, asegura a este diario un miembro de la expedición española. El año pasado puso más atención en su dieta y este verano aprovechó unas semanas en Barcelona para entrenarse con su preparador físico y también con el exbase Raül López. Le llamó porque quería perfeccion­ar su juego y se le ocurrió que el de Vic, de la escuela de la Penya como él, podría ser una buena influencia.

“Todos hemos aprendido de los errores del pasado, para bien o para mal ya tenemos mucha experienci­a en estos compromiso­s”, comenta. Ya no se deja acoquinar por los comentario­s de la gente. Se centra en lo que puede controlar. Hay una frase que se le ha clavado en la cabeza. “Nunca llegarás a tu destino si te detienes a arrojar piedras a cada perro que te ladre”. Y ladrar, en general, se le ha ladrado mucho. Como en los Juegos de Río, donde día sí, día también, la comidilla era su falta de acierto en los tiros lejanos (apenas superaba el 30%). En cambio, en este Eurobasket anota un 48% de los triples, un porcentaje muy notable. Los dos que metió en el último cuarto contra los turcos fueron decisivos. Se ve solo y tira y si falla, no rehúye otro intento. En el vestuario de la selección nunca le habían visto tan convencido de sus posibilida­des. Ese es el cambio para un jugador que admitía al llegar a la concentrac­ión que lo que más le urgía era mejorar en este concepto, aunque desde febrero su acierto ofensivo ha dado un salto cualitativ­o.

Lógicament­e el selecciona­dor, Sergio Scariolo, está encantado. “Tiene tantas cualidades, aporta tanto al equipo que en el momento en el que suma anotación… muy bien. Por esta razón es Ricky, porque es tan especial respecto al resto que tampoco es imprescind­ible que anote”, argumenta el técnico, que pide a sus jugadores que “sean generosos y que rebajen la necesidad de anotación individual porque un pase bien dado vale igual que una canasta. Hemos de encontrar los tiros abiertos”. Esos lanzamient­os que está metiendo Ricky.

Si Rubio continúa viendo grande el aro a España le será más fácil clasificar­se para su décima semifinal consecutiv­a en un Eurobasket. “Todo el mundo ha hecho bien su trabajo en el pasado, tanto clubs como entrenador­es, pero ahora ya no se trabaja tanto la cantera propia o se invierte en jóvenes de otros países y eso es una tendencia muy peligrosa y pinta un futuro menos rosa a medio o largo plazo”, lamenta Scariolo. De momento, toca el presente.

FACTORES DEL CAMBIO Ganó volumen, se preparó junto al exbase Raül López y en la selección nunca lo habían visto tan convencido

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TOLGA BOZOGLU / EFE Alegría. Ricky Rubio sonríe durante el partido de octavos contra la selección de Turquía, la mejor señal de que el jugador se lo pasa bien jugando
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LA VANGUARDIA
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