El mundo según el Papa
Francisco es muy cauto sobre la crisis coreana, pero critica la política de Trump sobre migración y cambio climático
Francisco se muestra humilde, sutil y prudente, pero sin escatimar algunos dardos envenenados cuando le dan la oportunidad en la tradicional rueda de prensa en el vuelo de regreso a Roma desde Colombia.
Bergoglio siempre hace de Bergoglio. Pese a la gira agotadora por Colombia y la contusión en la cara –al golpearse con el cristal del papamóvil en Cartagena–, Francisco no renunció a la tradicional rueda de prensa en el vuelo de regreso a Roma. Se mostró humilde y sutil al mismo tiempo, prudente a veces pero sin escatimar algunos dardos envenenados cuando le dieron la oportunidad. Habría hablado mucho más si el comandante del Boeing 787 de Avianca no hubiera anunciado turbulencias y recomendado volver a los asientos.
Una de las respuestas más sorprendentes –aunque no atípica del pontífice argentino– fue a la pregunta sobre la crisis de Corea del Norte. “Te digo la verdad, no lo entiendo –le respondió a un periodista italiano–. De verdad, no entiendo el mundo de la geopolítica. Es muy fuerte para mí. Creo que, con lo que veo, hay una lucha de intereses que se me escapa, no lo puedo explicar”. Francisco no quiso complicarse la vida entrando en detalles. Sin duda conoce la problemática porque visitó Corea del Sur, en el 2014, pero prefirió abstenerse de comentar.
El Papa sí entró al trapo en dos asuntos relacionados con Donald Trump. Una periodista mexicana le preguntó por la ley sobre los dreamers (soñadores), que pone en peligro la permanencia en Estados Unidos de 800.000 jóvenes que llegaron al país ilegalmente siendo niños. Francisco admitió que no conocía bien la ley, si bien dejó clara su oposición de principio a la filosofía de Trump. “Alejar a los jóvenes de la familia no es algo que dé un buen fruto –dijo–. Todo joven tiene su familia”. El Papa auguró que haya un replanteamiento por parte de la Casa Blanca y lanzó el dardo, certero y doloroso: “He escuchado hablar al presidente de los Estados Unidos que se presenta como un hombre
pro-life (a favor de la vida). Si es un buen hombre pro-life, entiende que la familia es la cuna de la vida y se debe defender la unidad. Me viene esto. Por eso tengo interés en estudiar bien la ley”.
Sobre el cambio climático, un asunto que le inquieta mucho, y a propósito de los actuales huracanes en el Caribe, el Papa tampoco se cortó. Citó a los científicos y dio por hecho que tienen razón. “Ellos hablan muy claro –enfatizó–. Los científicos son precisos”. Según Francisco, “todos tenemos una responsabilidad, cada uno tiene una pequeña o grande, una responsabilidad moral”. “Tenemos que tomarlo en serio –concluyó–. Creo que es algo para no bromear”.
Bergoglio tampoco esquivó una pregunta sobre Venezuela. A veces la Santa Sede es criticada por su excesiva equidistancia. Según el Papa, “la Santa Sede ha hablado fuerte y claramente”. La prioridad, a su juicio, es atender el problema humanitario, e hizo un llamamiento a las Naciones Unidas a “hacerse sentir también allí para ayudar”.
En Colombia, mientras, se analiza a fondo el impacto de la visita papal. Según El Tiempo, “pocos esperan un cambio milagroso en el clima de polarización” (sobre el proceso de paz con las FARC), pero sí que haya una “apertura” a la reconciliación. El Espectador –el periódico en que trabajó de joven Gabriel García Márquez– hizo un informe para saber si valieron la pena los 28.000 millones de pesos (unos 8 millones de euros) que ha costado la visita. La conclusión fue que sí, desde el punto de vista del impacto económico asociado, de la buena imagen y de la sana reflexión nacional que ha supuesto. Otro dato positivo, quizás anecdótico pero significativo, es que los homicidios cayeron en picado en las ciudades visitadas por Francisco. En Bogotá, por ejemplo, donde la tasa de muertes violentas es de 3,4 por día, no hubo ningún asesinato las dos primeras jornadas de presencia papal.
Los homicidios cayeron en picado en las ciudades colombianas visitadas por el Papa