‘We are citizens first’
En un ensayo donde explora el
after identity politics el profesor Mark Lilla refiere cómo el comportamiento de Trump ha despertado a los americanos liberales y progresistas que se han sentido obligados a salir de la mayoría silenciosa para organizarse en lo que llaman “resistencia” frente a los despropósitos bien determinados del presidente. Se han puesto en red, convocado marchas en las ciudades y abrumado los teléfonos de sus representantes en el Congreso mientras buscan candidatos para ganar los escaños en liza en las elecciones de noviembre del 2018 a la Cámara y al Senado.
Aquí, los comportamientos repugnantes sucedidos en el pleno del Parlament los días 6, 7 y 8 acreditan que los valedores del independentismo dejaron de respetar los procedimientos y las garantías exigibles en democracia. Sumaron una vergüenza invalidadora a la causa que pretendían impulsar. El efecto retroceso generado podría activar a los contrarios, que incitados a romper su silencio saldrían al paso de los fervorosos del todo por la patria y antepondrían a cualquier afán nacionalista identitario la defensa del we are citizens first .El “cueste lo que cueste / se ha de conseguir / que la Catalunya Grande / vuelva a resurgir” sería la vuelta al carlismo. En cuanto a Puigdemont y compañía más que haber mantenido impasible el ademán deberían haber sido impecables en el procedimiento.
Los procedimientos, el método, predetermina el resultado. Otra cosa es que nada parezca parar ni aminorar la deriva del sistema mediático independentista propiciado por subvenciones de la Generalitat atendiendo al mérito y capacidad. Como en todos los complejos político-mediáticos los afiliados se atienen a una dogmática estricta, usan la confusión populista de la red, mezclan medias verdades, mentiras y teorías conspirativas de las que se valen para fabricar una pócima tóxica que ingieren con avidez crédulos, indignados y agraviados, entregados a la exhibición de los estigmas a lo Teresa Neumann, que se renuevan cada 11-S por decirlo al modo de Juan Claudio de Ramón. Los otros catalanes tienen valores, compromisos y propuestas políticas pero sólo prevalecerán si presentan una imagen del proyecto común que desean compartir.