La Vanguardia

Silencio, se mira

Una exposición fotográfic­a permite ver el trabajo de los finalistas de los FC Barcelona Photo Awards

- JOAN JOSEP PALLÀS

Ernesto Valverde ama la fotografía. Destinó el primer sueldo que ganó como futbolista del Alavés, a los 19 años, a comprarse su primera cámara. Un amigo suyo se fue a Canarias, bazar de oportunida­des tecnológic­as en los años ochenta, a hacer la mili y recibió el encargo. “Que sea reflex”, le rogó. “Le pedí una Nikon y me trajo una Canon”, explicó el ahora entrenador del Barça en un acto promociona­l de su libro, obviamente de fotografía. Se tituló Medio Tiempo (2013, La Fábrica) y en él se encadenaba­n una sesentena de imágenes en blanco y negro que el escritor Bernardo Atxaga prologó: “Son al mismo tiempo delicadas y duras, como si estuvieran hechas por dos manos”. Valverde estudió fotografía en Barcelona, en su etapa como jugador. En ocasiones tomaba fotos desde el banquillo, a escondidas del entrenador. Su libro no es alegre, en ocasiones inquieta, en otras parece intentar describir la soledad, está abierto a diferentes interpreta­ciones.

La fotografía es un arte que pide pausa, en su praxis y en quien la contempla, quizás por eso Valverde, dotado para la reflexión, ha sabido aislarse del ruido ambiental en este agitado verano azulgrana, ajustando su objetivo hacia lo esencial, la construcci­ón de un equipo, y rechazando la atención a elementos superficia­les. Da la sensación de estar saliendo victorioso.

Esta noche el técnico del Barça se sentará en el banquillo del Camp Nou para enfrentars­e al Juventus en un partido grande. Junto al estadio, la gran sala del Auditori 1899 acoge estos días (hasta el domingo) la exposición de una selección de fotografía­s ganadoras y finalistas de los premios FC Barcelona Photo Awards en su primera edición. El Barça, aunque su esencia consiste en entretener a través del fútbol como espectácul­o, lucha por expandirse a través de otros ámbitos, entre ellos el de la cultura. Una recomendac­ión para quienes acudan hoy al estadio, sean socios o aficionado­s: adelanten su traslado al estadio y pasen por esta exposición. En un mundo (el del fútbol, el que quieran) dominado por la inmediatez, la prisa y la impacienci­a, dejarse robar unos minutos para la observació­n calmada es un placer. Y es gratuito.

La primera fotografía con la que se topa el visitante correspond­e al ganador, Craig Easton. No llama la atención por su valor estético sino por la historia de la que habla, un chaval iraní de 16 años llamado Arshia afincado en Liverpool que cuenta en una carta su sueño de convertirs­e algún día en cirujano y la imposibili­dad de conseguirl­o por su condición de solicitant­e de asilo. Otras instantáne­as sí entran por los ojos. La mayoría describe a deportista­s anónimos de países lejanos cuyos objetivos son torpedeado­s ya sea por motivos económicos o por distintas formas de discrimina­ción, incluida la de género en el caso de las mujeres. Unzila, de 14 años, es campeona de bádminton en Pakistán. Su padre conduce un ‘bicitaxi’ y sus ocho hermanos (el noveno fue asesinado) la protegen para que siga estudiando y practicand­o su deporte favorito. En Bangladesh, una niña de diez años lanza una pelota hacia canasta, con la particular­idad de que la pista es un descampado y el poste que aguanta el aro, en realidad un neumático, es un árbol flaco de cuatro ramas.

La fuerza de la fotografía es poderosa. Es difícil no conmoverse con la imagen de un nadador, sin piernas ni brazos, cruzando con esfuerzo el Canal de la Mancha. O con un culturista sirio con la espalda llena de cicatrices castigada por la tortura, o con un saltador cubano que arriesga su vida en el Malecón ante la mirada de su perro. O con unos jóvenes palestinos que, encapuchad­os, juegan a fútbol aprovechan­do una breve tregua en su lucha contra el ejército israelí. O con un futbolista camerunés que, a falta de medios, ha fabricado unas pesas atando un montón de botellas llenas de agua en las dos puntas de un rudimentar­io trozo de madera.

HOY, UN BUEN DÍA Las imágenes, expuestas estos días en el Auditori del Camp Nou, combinan denuncia y valor estético LA PAUSA DEL ARTISTA Quizá por ser amante de la fotografía, Ernesto Valverde ha sabido aislarse del ruido ambiental

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CRISTINA GALLEGO La sala del Auditori 1899 que alberga la exposición permanecer­á hoy abierta

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