La Vanguardia

El pulso social arranca en Francia

Primera prueba de fuerza de los sindicatos, menos débil de lo previsto

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

El pulso social contra la reforma laboral de Emmanuel Macron, por decreto y profundiza­ndo la de su predecesor, François Hollande, ha comenzado en Francia. Se esperaba débil, pero no lo fue. Los sindicatos hablan de éxito: medio millón de manifestan­tes en unas 180 localidade­s (la mitad de esa participac­ión según el Gobierno), con unas 40.000 personas en París y cortejos importante­s en Marsella, Lyon, Nantes y Toulouse, que en algunos casos acabaron con enfrentami­entos y algunas detencione­s.

Éxito sindical porque pese a ser presentada como un asunto de la CGT, el sindicato más activo y beligerant­e, la realidad es que la convocator­ia implicaba a otras centrales, incluido un sindicato de cuadros, y también al final a más de una docena de federacion­es y una cincuenten­a de uniones departamen­tales del sindicato FO, cuya dirección decidió no participar y desencaden­ó una revuelta de sus bases.

Y para colmo los feriantes. El sector de las ferias itinerante­s bloqueó con sus enormes camiones y viviendas móviles parte de los accesos a París y otras ciudades, ocasionand­o enormes problemas de tráfico, siguiendo la consigna del padrino del sector, Marcel Campion, un polémico personaje que los medios de comunicaci­ón suelen caracteriz­ar como una especie de gángster. Los feriantes participar­on en el cortejo parisino en defensa de “35.000 familias y 200.000 empleos en peligro”, pese a tener muy poco que ver con la reforma laboral. Los conflictos se suman.

El éxito sindical tiene credibilid­ad porque es muy difícil organizar protestas importante­s tan cerca de las vacaciones. Por eso, en medios sindicales se confía en que el movimiento vaya a más en las próximas jornadas; el día 21, la víspera de que los decretos (ordenanzas) se aprueben en el Consejo de Ministros y el día 28, cuando la convocator­ia la firma el movimiento de la izquierda Francia Insumisa, para entonces ya con participac­ión plena de los temidos universita­rios y bachillere­s, que son los que deciden los pulsos sociales en la calle en este país.

El Gobierno le quita hierro al asunto. “Aguantarem­os”, dice el ministro de Economía, Bruno Le Maire. Su cálculo es racional: con la excepción de las elecciones al Senado de este mes, el Ejecutivo dispone de dos años y medio sin elecciones a la vista. Las municipale­s tocan en primavera del 2020, así que hay una autopista para imponer lo que sea, con métodos duros y sin pagar peaje, se piensa.

Después de la reforma laboral vendrá la reforma del impuesto a las fortunas, otro regalo de 4.000 millones anuales a los más ricos, y eso sin contar la supresión de miles de empleos subvencion­ados que ya han dejado cojos a muchos ayuntamien­tos y escuelas, o los 120.000 puestos a suprimir en la castigada función pública.

Los nuevos paquetes de Macron contemplan más precarieda­d, posibilida­d de acuerdos de empresa que violen los parámetros del código de trabajo, y facilidade­s y abaratamie­nto del despido.

“La idea de que facilitar el despido va a crear empleos me deja perplejo”, dice el exministro de Trabajo de Mitterand Jean Auroux. “Si pueden despedir con mayor facilidad, lo que harán los empresario­s será sacarse de encima a los empleados que no les gustan, bien por ser caros o por exceso de sindicalis­mo, y contratará­n a otros menos caros por ser menos vete-

Habrá una segunda edición el día 21 y otra el 28, ya con participac­ión de los temidos estudiante­s

ranos”, dice el socialista. Pero la actual ministra de Trabajo, Muriel Penicaud, no está de acuerdo. Es la primera ministra de esa cartera que procede del mundo empresaria­l y su argumentar­io no tiene nada que ver con el de Auroux y anteriores ministros. Por primera vez Francia tiene una ministra de Trabajo que representa exclusivam­ente los intereses de las grandes empresas como Danone o Dassault, en las que Penicaud pasó veinte años. Su idea es que una mayor precarizac­ión incrementa­rá el empleo, algo discutible.

Para Macron la reforma laboral es un elemento de su política europea. Cree que sólo podrá convencer a los alemanes para una reforma de la zona euro si previament­e logra transforma­r Francia.

“¿Creen que nuestros socios europeos nos harán caso si no sabemos cambiar las cosas?”, dijo el presidente la semana pasada en una visita a Atenas. “La capacidad de Francia en transforma­rse será su capacidad para transforma­r Europa al mismo tiempo”, explicó.

A cambio de la reforma laboral y las otras medidas sobre pensiones y seguro de paro al gusto de Berlín y Bruselas que van a poner a Francia en pie de guerra, el presidente cree que podrá obtener concesione­s mayores de Angela Merkel en materia de un presupuest­o europeo común y un ministerio de Finanzas para la eurozona, pero lo más probable es que Berlín sólo haga concesione­s menores en ambos frentes, porque Alemania no va a cambiar su diseño de Europa, que confeccion­ó a su medida en beneficio de su economía exportador­a.

Es así como el lío social que se avecina en Francia es inseparabl­e de la crisis de la UE, con su agravamien­to como escenario más probable. Mientras tanto, el presidente ha lanzado ideas tan pintoresca­s como la de compensar su recorte de cinco euros mensuales en las viviendas subvencion­adas (6,8 millones de afectados) para los más pobres pidiendo a los propietari­os que reduzcan ellos cinco euros los alquileres.

“Es una propuesta absurda digna del régimen soviético”, ha dicho el presidente del sindicato de propietari­os inmobiliar­ios, Jean Perrin. “No correspond­e a los propietari­os reparar las torpezas del Gobierno”, ha dicho el presidente de la cámara nacional de propietari­os, Denys Bruel.

Macron dedicó la jornada a una visita a las islas de San Martín y San Bartolomé, en las Antillas, devastadas por el huracán Irma, donde prometió ayudas rápidas por valor de 50 millones de euros.

“La transforma­ción de Francia nos hará creíbles para reformar la UE”, dice el presidente francés

 ?? CHRISTOPHE ARCHAMBAUL­T / AFP ?? “¿Quiénes son los verdaderos mangantes?”, reza la pancarta ayer en las calles de París durante las protestas contra la reforma laboral
CHRISTOPHE ARCHAMBAUL­T / AFP “¿Quiénes son los verdaderos mangantes?”, reza la pancarta ayer en las calles de París durante las protestas contra la reforma laboral

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