La Vanguardia

Corea del Norte amenaza a EE.UU. con infligirle un “dolor máximo”

Pyongyang califica de “infames” las nuevas sanciones adoptadas por la ONU

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

El éxito de las restriccio­nes dependerá de la voluntad de aplicarlas de China y Rusia

Corea del Norte reaccionó ayer con más virulencia de lo habitual ante la octava ronda de sanciones que ha decidido aplicarle el Consejo de Seguridad de la ONU por la realizació­n de su sexta prueba nuclear. Una respuesta que sugiere que puede hacer mella en el régimen de Pyongyang. Los expertos, sin embargo, se muestran prudentes y opinan que el éxito de las nuevas sanciones dependerá mucho de la voluntad de Rusia y China de aplicarlas a rajatabla.

El embajador norcoreano ante la Conferenci­a de Desarme de la ONU, que se reúne en Ginebra, Tea Song Han, criticó con dureza las sanciones que el Consejo de Seguridad había acordado imponer a su país pocas horas antes. Las calificó de “infames” y aprovechó la ocasión para reiterar que su país “infligirá a EE.UU. el más grande dolor que jamás ha conocido en su historia”, según la agencia surcoreana Yonhap.

La rápida y dura reacción del representa­nte norcoreano sugiere que, esta vez, las medidas de castigo al régimen de Kim Jong Un podrían afectar seriamente a Pyongyang, ya que son unas disposicio­nes que afectan directamen­te al corazón de su economía. El país dejaría de percibir en total unos 2.300 millones de euros, si se suma el efecto de estas sanciones y las decididas en agosto.

Y es que esta resolución restringe las importacio­nes de petróleo y prohíbe las exportacio­nes textiles norcoreana­s. Una iniciativa cuyo fin es privar de combustibl­e y financiaci­ón a Kim Jong Un para su programa armamentís­tico.

No obstante, los analistas surcoreano­s son prudentes sobre su efecto. Una cautela inducida porque el éxito de estas sanciones recaerá en la voluntad de China y Rusia para cumplirlas, los dos países que tienen más relaciones comerciale­s con Pyongyang.

La nueva resolución prohíbe las exportacio­nes de productos textiles, una actividad que supone unos ingresos del orden de 650 millones de euros a las arcas norcoreana­s. Para ello será preciso que China deje de suministra­r los tejidos que luego la industria norcoreana convierte en productos acabados y vende a la propia China y a Rusia.

Y lo mismo sucede con el combustibl­e. La resolución de la ONU prohíbe venderle gas natural y productos petroleros refinados que excedan el medio millón de barriles desde el primero de octubre, y de 2 millones de barriles a partir de enero del 2018 y durante doce meses. La dificultad en el control radica en que China no publica las cifras de exportació­n a Pyongyang. Una opacidad que hace que “no haya forma de verificar la cantidad de petróleo que circula por el oleoducto que une China y Corea del Norte”, dijo Kim Hyu Wook, de la Academia Diplomátic­a de Corea del Sur.

Las sanciones afectan a su vez a 93.000 norcoreano­s empleados fuera del país, que no recibirán nuevos permisos de trabajo, lo que les impedirá enviar remesas a su país, que dejará de ingresar por ello 425 millones de euros.

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AP / ARCHIVO El líder norcoreano, Kim Jong Un (segundo por la derecha), en una imagen distribuid­a a primeros de mes

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