Así se inventó un icono
La historia de la creación del dispositivo que cambiaría para siempre la telefonía móvil
Cupertino (California)
La historia de los diez años del iPhone, el teléfono que cambió toda la industria de la telefonía móvil, comenzó en realidad dos años antes. En el 2005, el iPod de Apple era el dispositivo de referencia para escuchar música, pero Steve Jobs y su equipo sabían que tenía fecha de caducidad. Todo el mundo tenía un móvil, por lo que tarde o temprano la música se escucharía en este.
Aunque Jobs era poco partidario de asociarse con otras compañías para crear un producto, su amistad con Ed Zander, consejero delegado de Motorola, le llevó a coproducir un móvil con cámara que llevaría un iPod en su interior. Se llamaba ROKR. Este modelo carecía del estilo Apple, tenía un límite arbitrario de 100 canciones almacenadas pese a tener espacio para guardar más y su estética era muy cuestionable. El fundador de Apple se mostró muy decepcionado con este producto, que pasó por el mercado con más pena que gloria.
Jobs, en conversaciones con sus directivos sobre el teléfono, dijo estar “harto de tratar con empresas estúpidas” y les lanzó un reto: “Hagámoslo nosotros mismos”. Para ello tomaron el exitoso diseño del iPod como referencia, con su famosa rueda central. Pero el sistema no era fluido para marcar números de teléfono. Fue entonces cuando se cruzaron dos ideas clave.
Apple tenía en marcha un proyecto para crear una tableta que no tuviera teclado ni puntero, el iPad. Jony Ive, el responsable de diseño de la compañía, mostró a Jobs un avance de cómo funcionaría una pantalla multitácil. Así nació la idea de suspender temporalmente el proyecto de la tableta para crear una interfaz adaptada a la pantalla de un teléfono. Cómo no existía la seguridad de que funcionara, se crearon dos equipos. Uno, bajo el código P1, seguiría con el desarrollo de un móvil con una rueda como la del iPod. El otro, llamado P2, se pondría a inventar un terminal con pantalla multitáctil.
Apple acababa de adquirir FingerWorks, una pequeña compañía que hacía trackpads y pantallas multitáctiles y tenía patentados métodos y gestos como pellizcar para reducir o ampliar la imagen. En una reunión, Jobs apuntó a la versión P2 y anunció: “Todos sabemos que esta es la versión que queremos crear, así que hagamos que funcione”.
Partiendo de cero, se descartaron los teclados y empezaron a definir cosas que hoy son normales, pero que suponían grandes cambios, como el sistema “deslizar para desbloquear”, o la forma cuadrada con esquinas redondeadas de los iconos de las apps.
Diseñar el iPhone supuso numerosos contratiempos. Fue Jobs en persona quien convenció a Wendell Weeks, consejero delegado de Corning, de que retomaran uno de los productos que habían dejado de fabricar, el llamado Gorilla Glass, para recubrir la pantalla del móvil.
Nueve meses después, cuando estaban a punto de finalizar el diseño original, que tenía una pantalla de cristal insertada en una cubierta de aluminio, a Jobs no le convencía el diseño: vuelta a empezar. En el modelo final, el cristal llegó hasta el borde de un bisel de acero inoxidable. El móvil no podría ser abierto por el usuario para cambiarle la batería ni ponerle ampliaciones de memoria.
La presentación se hizo en la conferencia Macworld de San Francisco, el 9 de enero del 2007. Jobs anunció “tres productos revolucionarios”: un iPod con pantalla panorámica y control táctil, un teléfono móvil y un “aparato de comunicaciones por internet de alta tecnología”. Salió a la venta a finales de junio por 500 dólares, muy caro para la media.
El mundo acababa de descubrir una forma diferente de hacer funcionar un teléfono, muy intuitiva, las fotografías se veían de maravilla y por fin un terminal de bolsillo permitía acceder a internet como en un ordenador. Hoy, todos los smartphones del mercado son herederos del iPhone.