Un Rossini ligero para empezar
‘Il viaggio a Reims’, con montaje de Emilio Sagi, une a jóvenes y consagrados
El Gran Teatre del Liceu propone a partir de hoy una muy atractiva combinación de voces consagradas junto a nuevos talentos en la puesta en escena de Il viaggio a Reims, que acogerá hasta el día 20 de este mes como arranque de se temporada operística. La refrescante ópera de Rossini se presenta bajo dirección de escena y de espacio escénico a cargo de Emilio Sagi, y se trata del primer montaje que se ofrece en dicho espacio tras el atentado del 17 de agosto en la Rambla.
La sátira de Gioachino Rossini significó su última ópera italiana y narra como en el viaje para celebrar la coronación de Carlos X, un grupo de estrafalarios aristócratas y oficiales de diferentes países se da cita en el balneario Il Giglio d’Oro, en la Lorena francesa. Entrenada en 1825, fue encargada a Rossini precisamente para homenajear la coronación del rey y presenta una estructura dramática atípica, con relativamente poca acción, muchos personajes y que requiere infinidad de recursos del teatro musical. Un argumento que incluye una serie de arias y piezas concertantes (como una escrita para catorce voces) de indiscutible calidad y originalidad y que movilizará a un total de 27 cantantes repartidos en dos castings, entre los que destacan Maite Beaumont, Lawrence Brownlee, Carlos Chausson y Sabina Puértolas, y entre los noveles Adriana González, Carles Pachón, Leonor Bonilla, Ruth Iniesta o Levy Sekgapane.
La producción que llega ahora a Barcelona bajo la dirección musical de Giacomo Sagripanti se gestó con vocación formativa en el Rossini Opera Festival de Pesaro en el 2001. Tras muchas representaciones en varios teatros del mundo con diferentes repartos formados siempre por jóvenes promesas, el Liceu ha optado por una nueva fórmula que une a estrellas internacionales con nuevos talentos.
En la presentación barcelonesa de la obra, Sagripanti explicó que “contamos con un casting muy largo, combinando jóvenes con cantantes de larga trayectoria, y hemos tenido mucha suerte en el sentido de que hemos podido hacer muchísimos ensayos musicales, algo que en la ópera de hoy día es casi imposible hacer”. En este sentido, la directora artística del Liceu, Christina Scheppelmann, remarcó que con este reparto ambivalente, veteranos y nuevos talentos “tienen la oportunidad de trabajar juntos y aprender los unos de los otros”. Para ella “esta obra es un aperitivo perfecto de cara a la temporada: ligero pero de alta calidad”.
Uno de los elementos más definitorios de esta adaptación es su escenografía. De hecho, como confesó Sagi, “no hay escenografía propiamente dicha, porque la acción transcurre sobre una plataforma en lo que sería un actual spa de estética al lado del mar”, con vestuario y escenografía minimalistas en que los actores llevan albornoces y pijamas para ir al citado spa. La parte delantera de la plataforma da al foso de orquesta, y los cantantes estarán a metro y medio encima de los integrantes de la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. En esta ocasión no estará el coro, ya que las voces corales las harán los propios cantantes.
En opinión de Sagi, “esta producción la he pensado para artistas en general, jóvenes o mayores. Lo que me ha gustado de este montaje es que aquí no he visto divismo de las voces consagradas hacia las jóvenes” y que “no la he planteado pensando en un público joven” aunque éste podrá disfrutar especialmente porque “verán a gente de su edad actuando y es muy divertida”. Pero por encima de todo,
La obra emula un spa de estética con los cantantes en albornoces y pijamas Maite Beaumont y Carlos Chausson comparten cartel con jóvenes talentos
Scheppelmann: “esta música de Rossini es positiva y también da un hálito de esperanza”
insistió, prevalece la emoción en la obra: “Habrá un día en que un robot cantará divinamente, pero lo que nunca conseguirá será esa emoción que sí da la voz humana”.
Carlos Chausson, por su parte, recordó que debutó en el Liceu en 1984 con la Tosca y que el papel que hace en Il viaggio a Reims ,el barón de Trombonok, nunca lo ha hecho en su carrera profesional. Asimismo, elogió el “nivel muy alto” de los cantantes jóvenes en esta obra y se deshizo en elogios sobre el director musical: “Hacía tiempo que no encontraba un maestro al que le gustase tanto el trabajo de sala; es un maestro moderno pero también uno que ejerce como tal ya que nos enseña a unos y otros lo que cree que hay que hacer”.
La producción de la obra se puede considerar minimalista a nivel de medios, pero tal como aseguró Chausson “de una riqueza inmensa a nivel de detalles”, elogios que extendió al apartado musical, del que destacó que sigue siendo moderno a día de hoy: “Al principio es como un misterio, que luego va creciendo de una forma mágica”.
La cercanía del atentado de la Rambla de hace una semanas ha marcado este estreno. De hecho, los ensayos empezaron a los pocos días del atentado: el joven cantante Levy Sekgapane recordaba que ensayar esta obra cómica creaba una atmósfera de felicidad en medio de la tristeza, mientras que la consagrada Maite Beaumont rememoraba que “era muy triste y emocionante a la vez ver todas las flores y las velas”. Contundente y diáfana fue Scheppelmann cuando dijo que “esta música de Rossini es positiva y también da un hálito de esperanza, y ayuda a superar con una sonrisa lo que hicieron esos terroristas y animales”.