La Vanguardia

“Los jóvenes mafiosos admiran a los terrorista­s y son fans del EI”

“Catalunya pide la independen­cia e ignora que su gran peligro es la infiltraci­ón mafiosa”

- FERNANDO GARCÍA Roberto Saviano,

En La banda de los niños (Anagrama), Roberto Saviano (Nápoles, 1979) da las claves de la nueva mafia napolitana –la Camorra 2.0– mediante una narración más ficticia que las anteriores pero basada igualmente en la dura realidad. El escritor vive con siete carabinier­i pegados a la espalda desde que hace 11 años publicó su famosa Gomorra, luego convertida en película y serie.

Vemos que aquel libro marcó y sigue marcando su vida. ¿Se arrepiente de haberlo escrito? Sí, estoy arrepentid­o. No reniego de él, pero si volviera atrás no lo haría. Debí ser más prudente. Italia es un país cruel. No permite que cuentes su realidad; sólo que hables de su comida, sus museos, sus cielos; si cuentas lo que compromete esas maravillas, te odian.

Vamos con el nuevo libro. Habla de críos violentos. ¿Los niños son más crueles que los adultos? Pueden serlo, porque no temen a la muerte y su único proyecto es obtener lo que quieren. Los niños de los que hablo, y que he estudiado, tienen una interpreta­ción pura y dura de la vida. Todo lo que les interesa

ARREPENTID­O DE ‘GOMORRA’ “No reniego de aquel libro, pero si volviera atrás no lo escribiría. Italia es un país cruel” es el dinero. Para ellos, la vida no es un regalo sino algo que tienes que agarrar cada día. Esto es nuevo. Antes había niños en la mafia, pero como mozos o recaderos. Los de ahora mandan y tienen gran talento. Es el gran cambio de los últimos años.

¿Y por qué ese cambio?

Porque muchos de los jefes mayores están en la cárcel o prefieren quedarse en casa. Y los que están en la calle se convierten en príncipes.

En la Camorra 2.0, los aprendices de mafioso pasan directamen­te de la play a la pistola. ¿El hábito a la violencia virtual actúa como facilitado­r de la violencia real? Sí que prepara, sí. Pero sólo si la zona donde vives te da herramient­as para esa violencia. Los niños del libro se dotan de armamento de guerra. Disponen de un territorio donde pueden abrir, reabrir u ocupar una plaza en que vender drogas. Es decir, en unos lugares ves Scarface (en español El precio del poder, con Al Pacino); en otros, puedes ser Scarface.

En el libro hay referencia­s que ponen al lado mafia y terrorismo, como la descripció­n de un barrio como un “Guantánamo al aire libre”. ¿Qué tienen en común los jóvenes mafiosos y los terrorista­s?

Eso es interesant­e. El mayor error o malentendi­do en que se incurre en Europa desde hace años es el de creer que los terrorista­s islamistas están desligados del mundo del crimen y la droga. Y los terrorista­s de los últimos atentados, incluido el de Barcelona, proceden del mundo de la droga. Son camellos, a menudo consumidor­es, originario­s de barrios bajos con delincuenc­ia. Y, aunque ni aquí ni en Francia se hagan las preguntas correctas, lo ciertos es que la historia de estas personas es ya previament­e una historia de preparació­n a la muerte. Muerte a manos de otros grupos, o a base de años de cárcel. Para un terrorista, morir matando a otros en nombre de la yihad ennoblece. El punto no es lo que el islam hace con estos jóvenes. Pero no nos damos cuenta de que hay generacion­es de jóvenes que mueren dentro del mundo criminal. Los niños de la banda del libro, ninguno musulmán ni interesado en esa religión, son todos fans del EI. Lo que les interesa y atrae es que los terrorista­s sean capaces de matar y morir. El capital de unos y otros es la capacidad de dar miedo. Por eso muchos niños de la Camorra gritan “Alahu akbar!”. Hay una admiración mediática.

Así que, según usted, hablamos de fenómenos similares en origen, sólo que en un caso el móvil es el islam y en otro, el dinero... Exacto. Los del islam van directamen­te al suicidio. Pero no por el Corán, sino porque vienen de una vida de mierda. La ideología la adquieren semanas antes de atentar. Para combatir el EI hay que mejorar las periferias y cortar el poder del narcotráfi­co. Los mafiosos no tienen el problema del yihadismo, claro. Pero, aunque no vayan al suicidio, están dispuestos a morir jóvenes. Dicen: “Si mueres con 90 eres centenario; si mueres con 20 eres legendario”. Es más, creen que si no mueren no están haciendo bien el trabajo. Eso también es nuevo.

¿Hasta qué punto mantiene la mafia su poder en Italia?

Mi Gobierno responde que el problema es muy serio pero hemos logrado grandes resultados y la mafia es menos potente. Mi respuesta es que se han conseguido resultados importante­s pero la mafia es potentísim­a. También ha dejado de ser el gran debate nacional, aunque ahí al menos existe. No como en España.

Nos preocupan otras cosas.

Sí. Catalunya pide la independen­cia y no sabe que su mayor peligro son las infiltraci­ones mafiosas.

¿El mayor peligro? Hombre, sabemos que hay mafiosos...

Las inversione­s y flujos económicos son enormes en España. Y los políticos no hablan de ello.

Cierto. ¿A qué lo atribuye?

A que no ven la sangre y no conocen el asunto. No se dan cuenta de que el dinero de las mafias rusa, chechena e italiana está aquí, en España; en negocios, tiendas, restaurant­es.

¿Sobre todo en España?

La gran plaza de blanqueo es Londres. Pero después, en la inversión en infraestru­cturas, está España, territorio virgen por tradición. El turismo tuvo como levadura inicial el capital mafioso: en la Costa Brava, Ibiza, Málaga... Y es increíble que los datos al respecto tengas que ir a buscarlos a la policía italiana o la de Estados Unidos. Porque aquí no existe el delito específico de asociación mafiosa. Intentaré trabajar sobre esto en los próximos años.

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DANI DUCH Roberto Saviano en Madrid, donde conversó con La Vanguardia sobre su último libro, La banda de los niños

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