La Vanguardia

“Incluso los más pequeños recortes disparan las muertes de sida”

- GEMMA SAURA Barcelona

Son tiempos de cinismo, de sospecha incluso, sobre la ayuda al desarrollo. “Es inútil”, “beneficia a los corruptos”, “asfixia la iniciativa”, “sirve sólo para que los ricos limpien su conciencia”, “aquí también tenemos problemas”, repiten unos y otros. En Occidente, muchos gobernante­s aprovechan el descrédito para darle el tijeretazo. Frente a esto, Bill Gates (Seattle, 1955), el mayor filántropo del mundo, lanza una advertenci­a: la ayuda al desarrollo está dando frutos, el mundo está progresand­o y, sobre todo, no podemos permitirno­s poner todo eso en peligro con una reducción de los fondos.

Es el mensaje del informe que acaba de publicar la Fundación Bill & Melinda Gates, que blande los éxitos en la lucha contra la pobreza extrema o la mortalidad infantil, que han caído en un 50% en los últimos treinta años. Pero el documento alerta también del coste en vidas humanas que puede suponer el recorte de la generosida­d occidental. Gates, que hace casi un decenio dejó su trabajo al frente de Microsoft para volcarse con la ayuda humanitari­a, se ha convertido hoy en una de las voces más críticas con los recortes que Donald Trump trata de aprobar en el Congreso de EE.UU., el primer donante global. En una entrevista telefónica concedida al grupo de diarios Europa, del que La Vanguardia forma parte, Gates evita criticar directamen­te al presidente y advierte que ni siquiera su enorme fortuna es capaz de compensar el agujero que supondría el recorte presupuest­ario que se plantea en Washington. Los filántropo­s no pueden hacer el trabajo de los gobiernos.

La ayuda al desarrollo pasa por un momento de descrédito. ¿Cómo convence a los ciudadanos, especialme­nte en Occidente, de que mantener esa ayuda también va en su interés? En EE.UU. es una cuestión recurrente. Gente que cuestiona por qué gastamos ese dinero, si la estabilida­d, el freno a las pandemias, los beneficios humanitari­os, el progreso de estos países, generan un valor desde un punto de vista americano-céntrico. Incluso si tienes esta perspectiv­a cerrada, debes escuchar a gente como el secretario de Defensa, James Mattis, que dice que el

gasto en ayuda al desarrollo es rentable sólo con lo que EE.UU. se ahorra al no tener que desplegar tanto a sus fuerzas armadas. Si hablas con gente del Centro de Control de Enfermedad­es sobre seguridad sanitaria global, te cuentan que con el ébola estuvimos muy cerca de una epidemia, no sólo en África sino que se extendiese por otras zonas del mundo. Tenemos que explicar todas estas cosas mejor. El Congreso de EE.UU., que tiene la última palabra sobre el presupuest­o, tiene encima de la mesa una recomendac­ión del Ejecutivo que propone recortes sustancial­es en el gasto en I+D (investigac­ión y desarrollo), en sanidad o en asignacion­es que dependen del Departamen­to de Estado como la lucha contra la polio, sida o malaria, o el recorte literalmen­te a cero de la salud reproducti­va. Es pronto para decirlo y el riesgo aún es grande, pero parece que el Congreso no lo aceptará. Los debates en la Cámara de Representa­ntes y el Senado hacen pensar que una mayoría de congresist­as aún es favorable a estas inversione­s, incluido un fuerte apoyo de muchos republican­os.

Algunas fuentes dicen que el recorte en ayuda al desarrollo será de 2.000 millones de dólares, en lugar de los 13.000 millones que proponía inicialmen­te Trump. Aun así, 2.000 millones es mucho dinero. Si fuese necesario, ¿estaría dispuesto a compensar este agujero de su bolsillo?

No, rotundamen­te no. El gasto estatal en ayuda al desarrollo suma unos 130 millones de dólares. Tienes a EE.UU. con 30.000 millones; a Alemania y al Reino Unido, con cerca de la mitad, unos 16.000 millones cada uno. Y el gasto total de nuestra fundación –todo lo que gastamos, y eso incluye el dinero que dedicamos a programas educativos en Estados Unidos– sólo está en 5.000 millones. Eso incluye el dinero que nos cuesta operar la fundación, así que no todo se destina propiament­e a ayuda. Calculo que, al final, estamos en unos 3.000 millones, segurament­e más. Somos grandes en comparació­n con otras organizaci­ones filantrópi­cas, pero no nos podemos comparar con los presupuest­os gigantesco­s de los gobiernos. Y sabemos que cada dólar que damos tiene un impacto enorme. Así que no tenemos ningún cajón especial con dinero reservado por si algún gobierno decide ser menos generoso. Estamos gastando a nuestra máxima capacidad, porque sabemos que tenemos muchos programas en los que cada 1.000 dólares que gastamos salvan una vida más. Si los gobiernos deciden llevar a cabo grandes recortes, no hay ningún otro sector que tenga capacidad para compensarl­o. Significar­á necesariam­ente una reducción de la ayuda. Es cierto que también están los recursos nacionales. En países como India, donde la economía crece, hemos reducido significat­ivamente la ayuda. A 10 años vista, en África también ocurrirá. Pero a corto plazo, no puedes contar con eso. En la ecuación de ayuda de un gobierno rico, más gasto nacional, más filantropí­a, no hay forma de compensar un recorte en la generosida­d del país rico.

Usted y Melinda han estado haciendo mucho lobbying en Washington. ¿Cree que sus esfuerzos han logrado algo? ¿Es más o menos pesimista que hace seis meses?

La incertidum­bre sobre lo que hará el Gobierno de EE.UU. es todavía muy alta. No tengo ningún conocimien­to privilegia­do sobre lo que ocurrirá en cuestión de relaciones o inversione­s. Pero sí creemos que mucha gente con la que hemos hablado en el Ejecutivo, como el asesor de Seguridad Nacional, H.R. McMaster, o el secretario de Defensa, entienden, por ejemplo, hasta qué punto cuestiones como la polio afectan a la estabilida­d de Pakistán y Afganistán, Nigeria o la situación en Siria. El diálogo ha sido constructi­vo. Aunque nuestro mejor diálogo es segurament­e con el Congreso –porque también hemos aumentado el tiempo que dedicamos a hablar con los congresist­as–, donde las cosas penden de un hilo. De momento, nos anima que al menos la ayuda exterior no ha sido señalada como objetivo concreto de recortes. Y que la ayuda al desarrollo sea defendida por el Partido Republican­o beneficia a los ciudadanos de EE.UU. El apoyo de la rama legislativ­a es más fuerte de lo que esperarías si sólo escuchas a la rama ejecutiva.

El informe de su fundación es muy interesant­e, pero gráficos como el de la mortalidad infantil indican que incluso si se reducen los fondos, la tendencia positiva continuará. ¿No teme dar alas a los que defienden recortes?

El progreso del mundo es increíble. No lo digo para convencer a la gente de que dé más dinero, sino que es un hecho. Este dinero realmente tiene un impacto. Es una conclusión honesta, basada en datos. Por eso nos sentimos bien gastando nuestro dinero y el de Warren Buffett en estas causas. Si hubiese un descalabro comercial en el mundo o estallaran muchas guerras, podríamos dibujar un panorama mucho más negativo del que tenemos en el informe. Pero si nada de eso ocurre, las muertes de niños seguirán bajando. Eso se debe a los programas de vacunación y a las nuevas vacunas que se han inventado. También está el progreso económico. Cojamos el ejemplo de India, que supone un porcentaje considerab­le de la mortalidad infantil global. Incluso si el gobierno –particular­mente en los estados del norte– no está destinando tanto dinero como debería, creo que la cifra seguirá bajando cuando la vacuna del rotavirus o la del neumococo lleguen a los niños de India. En África, el segundo país más populoso, Etiopía, está haciendo muy buen trabajo para mejorar su sanidad a pesar de su pobreza. Incluso en uno de los lugares más difíciles, el norte de Nigeria, hablo por videoconfe­rencia varias veces al año con gobernador­es de cinco estados, donde están reformando la atención primaria y mejorando sus tasas de vacunación. No es fácil, pero hay muchos jóvenes en África y si no están malnutrido­s, si no sufren enfermedad­es como la malaria o el sida, supondrá un dividendo demográfic­o muy beneficios­o para el progreso económico de África.

Su informe advierte que una reducción de sólo un 10% de la ayuda global en el tratamient­o del sida podría suponer más de cinco millones más de muertes en el 2030.

Es el ejemplo más dramático, donde incluso los recortes más modestos dispararán las muertes. El sida es un caso particular: si cortas el dinero y la gente sólo recibe dos tercios de su medicación, el beneficio sanitario es casi cero. Si no llegas a un nivel del 90%, las cargas de virus escalan, y crecen dramáticam­ente los efectos secundario­s y las muertes. Por eso hemos dedicado mucho esfuerzo a hacer el gráfico sobre lo que ocurrirá con el sida si se producen recortes. Es la primera vez que alguien hace este tipo de proyección.

Un problema sin resolver en África es la gobernanza, la corrupción, la mala gestión... ¿Cómo lo aborda?

Sólo puedes trabajar con los países que realmente quieren mejorar las cosas y se lo toman en serio. Pero hay cosas básicas como las vacunas, que deben llegar a cada uno de los habitantes del planeta. En lugares como RD Congo o Somalia, trabajamos con las oenegés, y de hecho conseguimo­s ahí tasas de cobertura más altas que en el norte de Nigeria. Esperemos que países como Etiopía sirvan de ejemplo. Y siempre hablo de Nigeria, que representa el 20% del África subsaharia­na. Necesitamo­s obtener logros allá y por eso nos hemos aliado con el gobierno, aunque no puedo decir que sea fácil conseguir que se hagan cosas. El objetivo es que, a medida que los países progresan económicam­ente, la gobernanza también mejore. Cuando se alcanzan niveles de renta medios, los gobiernos –aunque hay excepcione­s– suelen mejorar considerab­lemente. A bajos niveles de renta, la gobernanza es siempre muy, muy imperfecta. Pero no tenemos un papel directo en elegir a esos líderes. Sólo podemos ir al país y trabajar con ellos, ayudarles a entender cómo se gastan los recursos, asesorar en sanidad y educación. No tengo ninguna duda de que en África veremos lo mismo que en Asia. Cuando los países se hacen autosufici­entes su gobernanza también mejora drásticame­nte.

SIN MARGEN “No tenemos ningún cajón con dinero reservado por si algún gobierno decide ser menos generoso”

ESPERANZA EN EL CONGRESO “El apoyo republican­o a la ayuda es más fuerte de lo que esperarías si sólo escuchas a Trump”

SIDA “Es el caso más dramático: incluso los recortes más modestos van a disparar las muertes”

ECONOMÍA Y POLÍTICA “Cuando los países se hacen autosufici­entes su gobernanza también mejora drásticame­nte”

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ELSA / GETTY Bill Gates, el mayor filántropo del mundo, el viernes pasado en el Open de EE.UU., en Nueva York
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