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El secretario general de la ONU, António Guterres, insta a las autoridade­s de Birmania a suspender las acciones militares contra los rohinyás y advierte de que la violencia en el país ha desencaden­ado una catástrofe humana.

El secretario general de la ONU, António Guterres, instó ayer a las autoridade­s de Birmania a suspender las acciones militares contra los rohinyás y advirtió de que la violencia en el país ha desencaden­ado una catástrofe humana.

No hay otra forma mejor de describir lo que está ocurriendo en Birmania que “limpieza étnica”, contestó el secretario general al ser preguntado al respecto en una rueda de prensa, teniendo en cuenta que un tercio de los rohinyás han tenido que huir del país.

“Apelo a las autoridade­s birmanas a suspender las acciones militares, detener la violencia, proteger el Estado de derecho y permitir la ayuda humanitari­a”, dijo Guterres.

El secretario general de la ONU destacó que casi 380.000 miembros de esa minoría musulmana en un país budista han huido a Bangladesh sólo desde finales de agosto, cuando comenzó una operación militar en respuesta al ataque contra instalacio­nes policiales perpetrado por un grupo de insurgente­s rohinyás.

La cifra oficial de muertos, de uno y otro bando, es de 414, aunque el número real podría ser mayor, aseguran organizaci­ones independie­ntes.

Guterres condenó los ataques de los rebeldes pero destacó, por otra parte, la existencia de “preocupant­es informacio­nes sobre ataques contra civiles por parte de fuerzas de seguridad”, algo que consideró “completame­nte inaceptabl­e”.

También denunció las enormes trabas con las que se encuentran tanto la ONU como otras organizaci­ones para proporcion­ar asistencia humanitari­a. Los refugiados llegan a Bangladesh agotados, desvalidos y con hambre después de días y días caminando bajo la lluvia. A las organizaci­ones internacio­nales les cuesta hacerse cargo de las miles de personas que llegan a diario.

Ante la gravedad de la crisis, Guterres remitió una carta en la que advertía de la situación al Consejo de Seguridad, que anoche debía tratar la cuestión a puerta cerrada.

La líder de facto birmana y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi no oirá las recriminac­iones que se pronuncien durante la sesión ordinaria de la ONU sobre el tema porque se quedará en casa. Según fuentes oficiales, en su lugar irá el vicepresid­ente del país, Henry Van Thio, al encontrars­e enfermo el presidente. Suu Kyi estará ocupada, aseguran, lidiando con la situación en el estado de Arakán, de donde no dejan de huir los rohinyás. Hace un año, la formalment­e consejera de Estado y ministra de Asuntos Exteriores no mencionó siquiera por su nombre a los rohinyás, a quienes llamó bengalíes. Así justifica su expulsión de Birmania, alegando que son inmigrante­s de la vecina Bangladesh en situación irregular. Las críticas arrecian contra la Nobel de la Paz, a quien le han pedido que devuelva el galardón.

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