Incertidumbres
El optimismo del presidente de la Comisión Europea, JeanClaude Juncker, sobre el futuro de la Unión; y la inquietud acerca del papel de los alcaldes en la preparación de la consulta del primero de octubre.
EL presidente de la Comisión Europea, JeanClaude Juncker, ha presentado ante el Parlamento Europeo un programa ambicioso y optimista para la Unión Europea, que afronta el futuro –a su juicio– con el viento a favor, después de haber pasado en los últimos años una grave crisis existencial, en la que han confluido la crisis económica, la crisis migratoria, el referéndum del Brexit, la multiplicación de los ataques terroristas y el aumento del euroescepticismo, que ha sido vencido en todas las citas electorales de este año.
En su discurso anual sobre el estado de la Unión, al término del cual concedió una entrevista a seis diarios europeos, entre ellos La Vanguardia, Juncker hace un llamamiento a aprovechar la buena situación actual que vive Europa para reforzar el proyecto comunitario, ahora que hay crecimiento económico en los veintiocho países miembros, que el paro retrocede y que las crisis migratorias parecen controladas.
Tiene Juncker un año y medio por delante para intentar sacar adelante el proyecto expuesto ayer. Para él la construcción de una Europa más fuerte y más unida implica el refuerzo de su competitividad y la ampliación de los acuerdos comerciales con otros países, el control de las inversiones extranjeras, como las chinas, en sectores estratégicos europeos, la progresiva integración en el euro de todos los miembros de la Unión Europea, con la creación de un sistema monetario europeo, y una mejor gestión de las migraciones. Este último punto se debería acometer acelerando el retorno de los inmigrantes que no logren el estatuto de refugiados, el refuerzo de las vías legales de inmigración y la ayuda a los países del norte de África, especialmente Libia.
También es partidario Juncker de reforzar las instituciones europeas para dotarlas de mayor agilidad, y en este sentido propone constituir una autoridad común para regular el mercado laboral, la creación de la figura del superministro europeo de finanzas, que sea asimismo el presidente del Eurogrupo, y la fusión de su cargo –la presidencia de la Comisión Europea– con el del presidente del Consejo Europeo. Plantea asimismo el reforzamiento de la lucha antiterrorista, con la creación de una unidad europea de inteligencia, así como la constitución de una agencia de ciberseguridad para proteger al conjunto de Europa de los crecientes ataques informáticos que recibe.
Especialmente preocupado se muestra por la creciente división entre el Este y el Oeste de Europa, a raíz de la falta de cumplimiento de las reglas europeas por parte de países como Polonia y Hungría sobre la independencia de la justicia, las migraciones o el medio ambiente. Con respecto al Este, propone asimismo que Rumania, Bulgaria y Croacia formen parte por completo del espacio Schengen.
Para Juncker, el Brexit ya es el pasado y ahora se trata de apostar por el futuro de una Europa más unida, más fuerte y más justa, en la que por el momento no hay lugar para Turquía, ya que se aleja ella misma a pasos agigantados de la Unión Europea.
Un Juncker, en suma, optimista y ambicioso, dispuesto a trabajar a fondo para el relanzamiento del proyecto europeo ahora que se dan las condiciones para ello. Un proyecto europeo en el que, como dice, debe prevalecer el Estado de derecho en todos los países. Con respecto al referéndum de Catalunya, en este sentido, se reafirma en la posición de la Comisión Europea de respetar las decisiones del Tribunal Constitucional y de las Cortes del Estado español.